El general Prim
Pere Anguera
16 octubre, 2003 02:00El general Prim
La ausencia de biografías en España comienza a ser un tópico porque, aunque siga siendo grande la diferencia que nos separa de otros países, desde finales de los años ochenta la situación empezó a cambiar sensiblemente.La biografía que álvarez Junco hizo sobre Lerroux, y la de Santos Juliá sobre Azaña, ambas de 1990, significaron el pistoletazo de salida para la proliferación de biografías políticas en España. Ahora le toca el turno por partida doble al general Prim (Reus,1814 -Madrid, 1870), un claro ejemplo de militar español con una proyección política que le llevó a ser un protagonista destacado de la vida española, en las filas del progresismo liberal, además de una figura muy conocida en la Europa de mediados del XIX. Una meteórica carrera militar que le llevó a ser general a una edad más temprana que Franco, y que se acrecentó con sus éxitos en la guerra de Marruecos de 1860 y en la expedición a México de 1861 fue la base de ese protagonismo, que le llevó hasta la presidencia del Gobierno tras la revolución de 1868. Su asesinato en Madrid en 1870 inició el turno de los magnicidios políticos españoles y marcó el sino del reinado de Amadeo de Saboya y de la revolución democrática.
Prim atrae ahora la atención de dos profesores universitarios. Uno, Anguera, que a su indiscutido magisterio en temas de carlismo y del primer catalanismo político une la circunstancia de ser también de Reus, lo que le ha facilitado el acceso a documentos y publicística local referente a esos años. El otro, de Diego, titular de la Universidad Complutense, había prestado anteriormente atención a la experiencia de Prim como capitán general de Puerto Rico en 1847. Los puntos comunes de ambos estudios no van mucho más allá, ni siquiera en buena parte de la bibliografía citada y, mientras que Anguera hace una biografía muy cercana al personaje, con una cierta libertad de expresión, De Diego se centra en la vida política del periodo, insistiendo en presentar a Prim como una espada al servicio de las ideas progresistas, y como un catalanista que amaba a España.
La imagen que, conjuntamente, ofrecen de Juan Prim y Prats está lejos de resultar novedosa, ya que no se basa en ninguna documentación nueva, pero ambos trabajos contribuyen a restaurar la figura de una personaje clave en la vida política española del XIX. Y, desde luego, se suman a este resurgir de la biografía política del que aún cabe esperar muchos frutos de calidad.