Image: Ciudad roja, periodo azul

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Ensayo

Ciudad roja, periodo azul

Temma Kaplan

4 diciembre, 2003 01:00

Cartel de Opisso para el Gran Café Restaurant Tibidabo

Trad. Mingus B. Formentor. Península. Barcelona, 2003. 365 páginas, 22 euros

Nadie sensato cuestiona la contribución de los hispanistas al conocimiento de la historia española. Bastaría una relación de nombres señeros para ponderar cuánto les debe la renovación de los planteamientos historiográficos.

Pero también es cierto que los autores foráneos, por el mero hecho de serlo, se han beneficiado a veces de un eco que se regateaba a los de dentro. Una situación tanto más injustificable cuanto que, en algunos casos traslucían un insuficiente dominio de las claves básicas del país que analizaban. El motivo de este exordio es el "nuevo" libro de la historiadora norteamericana Temma Kaplan, un ambicioso proyecto que pretende aunar la historia social, política y cultural, tomando como referencia medio siglo de vida barcelonesa (entre 1888 y 1939). El entrecomillado se debe a que la obra se publicó en inglés en 1992. La traducción aparece con mucho retraso y, lo que es más grave, sin apenas alteración del texto primigenio, incluyendo una bibliografía no actualizada que ignora la producción de estos últimos once años. Incluso una aportación tan fundamental como El emperador del Paralelo, de álvarez Junco, de 1990, sólo es recogida de pasada, ya concluida la investigación, como la misma autora reconoce.

Kaplan era conocida por un trabajo anterior, Anarquistas de Andalucía, que levantó considerable polémica en su momento por deter- minadas heterodoxias poco justificadas. En este caso se atreve con una ciudad y un tiempo tan complejos como apasionantes, que ya fueron objeto de atención por parte de historiadores solventes, como Ullman y Romero Maura, autores de obras de referencia indispensables. Pero la profesora estadounidense pretende ir más allá y, en la estela innovadora de Andersen, Hobsbawm o Thompson, quiere mostrar el desarrollo de un polifacético entramado cultural que conforma una identidad colectiva y, sobre todo, desemboca en pautas de lucha y resistencia de esa bulliciosa ciudad, Barcelona, frente a diversos tipos de opresión.

Se trata de dirigir la mirada a ras de tierra dando protagonismo a sectores habitualmente desplazados de las historias oficiales, estableciendo una especie de antropología cultural, en la que las calles y las plazas, las fiestas y los cafés se convierten en escenarios privilegiados en el despliegue de la sociabilidad de las "clases populares". En particular, Kaplan insiste con reiteración, a lo largo de ocho capítulos cronológicamente ordenados, en cómo los diversos grupos de oposición utilizan imágenes y prácticas tradicionales (sobre todo del catolicismo) para configurar un nuevo espacio vital en el que germinan valores alternativos y profundas corrientes de solidaridad entre los oprimidos. Nada habría que objetar a ese intento renovador si no fuera porque, además de contener múltiples inexactitudes, deriva frecuentemente en páginas maniqueas en las que mujeres, sindicalistas y proletarios, los pobres en general, constituyen en todos los aspectos la sana antítesis de unas despóticas clases dirigentes, del mismo modo que Barcelona en su conjunto aparece como ciudad heroica y mártir, permanentemente pisoteada por la bota despiadada del régimen monárquico y humillada por el cerril centralismo madrileño. Incluso cuando alguien se instala en la buena conciencia de lo políticamente correcto, hay que exigirle más rigor y menos brocha gorda.