La revolución tecnocientífica
Javier Echevarría
8 enero, 2004 01:00J. Echevarría estudia la tecnociencia
Entre lo más selecto de la comunidad científica española predomina la idea de que basta regar el árbol de la ciencia para que inexorablemente surjan los frutos de la tecnología, como lo hacen los del cocotero. Nada más lejos de la realidad.Es hora de descartar la metáfora del "árbol de la ciencia" porque las distintas disciplinas científicas no son ramas exentas de un tronco común que divergen progresivamente sino que confluyen, se anudan, se anastomosan y se enredan, formando una compleja retícula que desmiente la figura del árbol. Ya en su formulación primigenia, la metáfora de la ciencia como árbol lleva implícita la de la tecnología. Me refiero a la famosa manzana, el primer producto biotecnológico, que, al cambiar de manos, dio origen a la más vieja de las profesiones, la de ingeniero agrónomo, y, según algunos, a nuestra condena, a la imagen de la tecnología como fuente de muchos de nuestros males actuales, imagen que, por supuesto, no podemos aceptar. La tecnología añade un poderoso factor de reticulación a la capacidad intrínseca que tiene la ciencia moderna para enredarse sola. Es cierto que la ciencia nutre a la tecnología y a la ingeniería, pero también es cierto lo contrario. En la historia de la humanidad es tan fácil encontrar ejemplos de aplicaciones tecnológicas que han sido consecuencia de avances previos en el conocimiento sistemático como casos en los que una aplicación tecnológica empírica ha sido el elemento catalizador de un avance del conocimiento. Puede citarse la elucidación nada trivial de cómo funcionan el botijo y el botafumeiro, cuyo mérito corresponde a profesores de mi universidad. Se ha acuñado el término "tecnociencia", que nombra en la práctica a esa maraña actual tan difícil de desenredar. Y es precisamente en ese ámbito complejo donde hay que situar estos dos libros: el de Ordóñez aborda desde una perspectiva histórica la difícil relación entre ciencia y tecnología y el de Echevarría supone una reflexión sobre la revolución tecnocientífica.
En Ciencia, tecnología e historia se recogen los textos de tres conferencias pronunciadas por Javier Ordóñez en el Instituto Tecnológico de Monterrey. De las tres , cuyos títulos -"Ciencia e historia", "Ciencia y tecnología: una alianza incompleta" y "La ciencia, responsabilidad de todos"- explican sus contenidos, es la segunda la que suscita mayor interés.
En La revolución tecnocientífica, Echevarría ofrece un panorama más extenso que empieza en una visión taxonómica -Ciencias, Macrociencias y Tecnociencias- y sigue con un análisis de la tecnociencia, sus revoluciones y su práctica, para terminar en el candente tema de las relaciones entre la tecnociencia y el sistema de valores. Ambos libros inciden sobre asuntos que deberían ser tratados de forma más sofisticada por los científicos experimentales y por el público en general; en ambos hay mucho que aprender, rechazar o discutir. La sociedad actual tiende a rechazar la tecnociencia y sus valores al mismo tiempo que la consume y demanda. Urge abrir el debate...