Ensayo

Heridos de la guerra

Rafael Torres

11 marzo, 2004 01:00

Oberón. 215 páginas, 17 euros

El título de este libro parece remitir a las secuelas físicas del combate. Falsa apreciación, aunque el equívoco sirve para justificar el tono y sentido de este libro: no es de esas heridas, nos dice Torres en el prólogo, de las que hablan estas páginas, sino de las cicatrices "invisibles de tan hondas" que la sublevación y la victoria franquistas "infligieron a millones de españoles". Tampoco se trata de estudiar globalmente las consecuencias humanas de nuestra guerra civil, sino de centrar la mirada en el bando perdedor. Por ello se nos advierte que el autor no desea entrar en la polémica de si las heridas del otro lado fueron más dolorosas o injustas: ése es otro tema. La opción elegida consiste en colocar la lupa sobre los más indefensos, los niños, y en particular aquellos niños de los vencidos que no sólo fueron mudos testigos del espanto, sino que tuvieron que cargar en la inmediata postguerra "con un despiadado tratamiento de odio y de humillación", por ser hijos de quienes eran.

Rafael Torres continúa en este volumen la exposición meticulosa de casos concretos, con nombres y apellidos, que había comenzado en Los esclavos de Franco, Víctimas de la victoria y Desaparecidos de la guerra de España. Aunque cambien los rostros y los datos de los protagonistas, la sensación es la misma: cuánta vida rota, cuántas heridas... para las que no sirve remedio alguno.

En la mayor parte de la obra, el autor se retira a un pudoroso segundo plano y deja hablar a los hijos "de los fusilados, de los apalizados, de los cautivos, de los esclavos". Salvo dos nombres famosos, que aparecen como de soslayo, José Luis de Vilallonga y Fernando Sánchez-Dragó, los demás son gente corriente que expresan sus vivencias con una sencillez que se ha respetado al máximo. Torres no trata de cargar las tintas porque advierte que no es necesario. Sólo pretende que al sufrimiento de tantas víctimas no se superponga la del olvido.