Image: Plan de ataque: Cómo se decidió invadir Iraq

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Ensayo

Plan de ataque: Cómo se decidió invadir Iraq

Bob Woodward

21 octubre, 2004 02:00

Bob Woodward. Foto: Archivo

Trad. M. Pino e I. Fuentes. Planeta. Barcelona, 2004. 517 páginas, 20 euros

Nunca un título fue más honesto. El nuevo libro del prestigioso periodista del "Washington Post" ofrece un minucioso relato acerca de cómo se decidió la invasión de Iraq.

Acerca de la cuestión, aun más interesante, de por qué se invadió Iraq, no trata de ofrecer una respuesta, pero proporciona algunas pistas interesantes. El problema de Iraq no se convirtió en apremiante para la administración Bush hasta después del 11-s. Cuando en enero de 2001 el director de la cia, George Tenet, informó al nuevo presidente sobre las principales amenazas para la seguridad de Estados Unidos, situó en primer lugar a Al Qaeda y, en segundo, la proliferación de armas químicas, biológicas y nucleares, mientras que apenas mencionó a Iraq.

E inmediatamente después del 11-s sólo Wolfowitz recomendó atacar ya a Irak, una opción a la que Powell se opuso con firmeza. Pero lo decisivo es que muy pronto se abrió paso una concepción de la guerra antiterrorista, impulsada por Cheney, según la cual ee. uu. debía atacar preventivamente a sus enemigos, aunque no dispusiera de pruebas totalmente seguras, porque era necesario evitar a toda costa la posibilidad de un ataque terrorista con armas nucleares, biológicas o químicas.

Si Saddam Hussein seguía disponiendo de armas de destrucción masiva, en violación de las resoluciones del Consejo de Seguridad, y si además tenía contactos con Al Qaeda, había que acabar con él. De las relaciones de Saddam con Bin Laden no había demasiadas pruebas, pero que seguía conservando armas químicas y biológicas parecía indudable (quien firma estas líneas debe confesar que él también estaba por entonces convencido de ello). El libro de Woodward demuestra que la administración Bush nunca tuvo datos fehacientes acerca de las supuestas armas de Saddam. Lo que ocurría es que, habiendo demostrado la cia una total incapacidad para prever los ataques del 11-s y careciendo de informadores adecuados en el interior de Iraq, nadie se atrevía a concluir que la ausencia de pruebas demostraba la inexistencia de las armas. Es más, Tenet le llegó a decir a Bush que tenía una "canasta segura" , si apostaba por la existencia de tales armas.

Acerca de los fallos de la inteligencia americana en su evaluación de la amenaza iraquí, el Comité de Inteligencia del Senado ha publicado hace meses un informe devastador. Pero esto no lo explica todo.

El gran interrogante que se desprende de la lectura de Plan de ataque: cómo se decidió invadir Iraq es el de por qué fueron tan propicios Bush, Cheney, Rumsfeld y los demás -incluido Powell, que era más prudente- a creer que las armas existían y que por tanto la invasión de Iraq resultaba necesaria. Woodward no se plantea esta pregunta. Posiblemente la respuesta haya que buscarla en dos direcciones. Por un lado, el régimen de Saddam representaba la inestabilidad en una región crucial para el mundo, y por otro, Washington, al disponer de una excelente maquinaria militar, puede sentirse tentado a usarla como respuesta a las amenazas, aunque ello pueda llevarle a invadir el país equivocado. Parafraseando a Rumsfeld, cuando uno lo que tiene es un buen martillo tiende a pensar que todos los problemas se resuelven clavando clavos.