Image: Las redes de la corrupción

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Ensayo

Las redes de la corrupción

Peter Eigen

25 noviembre, 2004 01:00

Peter Eigen. Foto: Archivo

Trad. M. Bartels, N. Franch y D. Sánchez. Planeta. Barcelona, 2004. 319 págs, 18’50 euros

En los últimos años la corrupción ha pasado de ser un fenómeno del que se hablaba lo menos posible a ser reconocida como uno de los mayores obstáculos al desarrollo de los países pobres y como una lacra que corroe también a los países ricos.

A ese cambio de perspectiva ha contribuido una organización no gubernamental, Transparency International, nacida en 1993. Su fundador, Peter Eigen, describe en este libro su historia y sus propósitos.

Como lo cuenta humorísticamente otro de sus fundadores, TI surgió cuando algunos varones occidentales, de mediana edad, pragmá- ticos y con amplia experiencia en el mundo de la economía, tuvieron la ocurrencia de fundar una ONG, como si fueran unos jóvenes idealistas. Eigen, en concreto, había trabajado en el Banco Mundial durante más de veinte años y había tenido amplia ocasión de comprobar cómo los escasos recursos de los países en desarrollo, incluidos los procedentes de la ayuda internacional, se derrochaban a menudo en proyectos cuyo principal interés estribaba en que permitían a políticos corruptos enriquecerse con los sobornos pagados por las empresas concesionarias. De ahí surgió la idea de crear una organización internacional independiente que promoviera acuerdos entre autoridades y empresas, para poner coto a unas prácticas que distorsionan el mercado y perjudican a todos: a los estados, que pagan más de lo necesario, y a las empresas, que se ven obligadas a importantes gastos de soborno si no quieren verse expulsadas de ciertos mercados.

La favorable acogida que TI ha encontrado en muchos ámbitos la ha convertido en una voz respetada internacionalmente. Y poco a poco la lucha contra la corrupción se va abriendo paso en la agenda internacional, en parte gracias a individuos heróicos como el capitán marroquí Mustafá Adib, represaliado por haber denunciado un caso de corrupción en las fuerzas armadas de su país, la jueza francesa Eva Joly, que destapó el escándalo Elf Aquitanie, o el catedrático alemán Peter Schünhofer, cuya campaña contra la corrupción en la industria farmaceútica le ha costado varias demandas. Los tres han recibido el Premio a la Integridad de TI, concedido también a título póstumo a varios periodistas, asesinados en áfrica, Ucrania o Argentina cuando estudiaban casos de corrupción.

El libro incluye un interesante capítulo sobre España, escrito por Manuel Villoria, que examina la incidencia de la corrupción en nuestro país, tanto en el período de gobierno de González como en el de Aznar. Y en un apéndice incluye el índice de Percepción de la Corrupción elaborado por TI, el único intento de medición de la corrupción a nivel mundial, cuya versión para el 2004 puede consultarse en la red (www. transparency.org). Las mejores puntuaciones, en una escala de 0 a 10, corresponden a las naciones de tradición protestante de Europa, América y Oceanía y a los emporios asiáticos de Singapur y Hong Kong. Las peores puntuaciones, es decir la máxima corrupción, se dan en países en desarrollo. En cuanto a España, que en 1995 obtuvo un sonrojante 4.3, se sitúa hoy con 7.1 a un nivel medio dentro de la Europa occidental de tradición católica. No es desastroso, pero nos queda mucho por hacer.