Image: El discurso del odio

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Ensayo

El discurso del odio

André Glucksmann

16 junio, 2005 02:00

André Glucksmann. Foto: Carlos Miralles

Traducción de M. Rubio. Taurus. Madrid, 2005. 268 páginas, 19 euros

Polemista brillante que sabe combinar la indignación con la ironía, Glucksmann nunca deja indiferente al lector. Su último libro aborda un tema fundamental. El punto de partida no podía resultar más prometedor.

Frente a quienes piensan que el desarrollo económico y el gasto público, los asistentes sociales y los psicólogos, la onu y la cooperación internacional podrían eliminar la violencia individual y colectiva, Glucksmann afirma que el odio existe y que su origen no hay que buscarlo en la conducta de las víctimas sino en el ánimo de los verdugos. Los autores clásicos lo sabían muy bien, entre ellos Séneca, quien en su tragedia Medea muestra como la protagonista cultiva su propio odio hasta desembocar en una venganza atroz. El propio Glucksmann no acude a la psicología ni a la sociología para explorar el tremendo tema de cómo el odio se difunde hasta convertirse en ua patología colectiva. Se limita a plantear tres ejemplos: la judeofobia, el antiamericanismo y la misoginia. Acerca de esta última no es mucho lo que aporta. La violencia islamista, algunos ejemplos clásicos, interpretados de forma discutible, y las comedias de Katherine Hepburn y Spencer Tracy, tomadas como modelo de las actitudes occidentales, no parecen base suficiente para examinar la gran cuestión de porqué la sumisión de la mujer ha sido tan a menudo considerada como un requisito del orden social.

En cuanto al antiamericanismo, es un tema que se presta muy bien a la ironía de Glucksmann, quien observa cómo a menudo se traduce una sobrevaloración de la influencia real que en el mundo tiene el país al que se detesta. En una fórmula brillante afirma que el antiamericanismo europeo se resume en una tesis y su corolario. "Tesis: el mal no existe. Corolario: el único mal es que los estadounidenses crean en el mal."

A mi juicio, la parte más interesante del libro es aquella en que aborda la reaparición de la judeofobia en Europa. De acuerdo con su interpretación, el tradicional antisemitismo cristiano se fundaba en un rechazo a tolerar que el pueblo elegido no hubiera aceptado el mensaje cristiano, poniendo así en cuestión su universalidad, mientras que el antisemitismo laico que surgió a fines del siglo XIX se basaba en el rechazo hacia el internacionalismo judío por parte de quienes pretendían crear unas naciones homogéneas. Pero ¿de verdad está naciendo en la Europa de hoy una nueva judeofobia? Glucksmann afima que así es, aunque se disfrace bajo el lenguaje de la crítica a Israel. La prueba está en la rotundidad con que se condenan las acciones israelíes, mientras que se ignoran las atrocidades de los rusos en Chehenia y se tiende a excusar a los terroristas palestinos. En opinión de Gluksmann el judío sigue resultando incómodo, porque el recuerdo de Auschwitz cuestiona la fe de quienes creen que el mal no existe y la paz mundial estaría a la vuelta de la esquina... si no fuera por los EE.UU. e Israel. De ahí la tendencia a banalizar el holocausto.

El reciente escándalo de ese manual escolar que iba a distribuir el Ayuntamiento de Barcelona, en el que el muro de separación en Israel y las detenciones sin juicio de Guantánamo se comparaban con el genocidio nazi, prueba que los temores de Glucksmann no son infundados.