Ensayo

Francia en declive

Nicolas Baverez

15 diciembre, 2005 01:00

Traducción de Aurelio Crespo. Gota a gota. Madrid, 2005. 118 páginas, 19 euros

Francia muestra un profundo malestar social. El primer aviso se tuvo en 2002, con la llegada de un candidato de extrema derecha a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, y este año se han sucedido el rechazo en referéndum de la Constitución Europea y la revuelta nihilista de los jóvenes marginados. Nicolas Baverez propone un diagnóstico de este malestar.

escrito tras las sorprendentes elecciones de 2002, en que la fragmentación del voto en la primera vuelta permitió que Le Pen fuera el rival de Chirac en la segunda, Francia en declive ofrece un cuadro sombrío de la crisis a que se enfrenta el vecino país y analiza las políticas necesarias para superarla. Aunque su método de exposición no es muy sistemático, Baverez proporciona muchas claves para entender cuanto está sucediendo en el país vecino, en los planos de las instituciones políticas, de la estructura económica y social y de la política exterior. Historiador y economista, colaborador de "Le Point" y "Le Monde", Baverez es uno de los más destacados representantes del pensamiento liberal francés y su libro resulta oportuno porque Francia, al igual que Italia, necesita unas reformas liberales que devuelvan dinamismo a su economía y eviten que la defensa de los privilegios de ciertos sectores se traduzcan en un estancamiento generalizado. A la luz de la reciente revuelta de la banlieue, resultan tan pertinentes sus observaciones sobre la necesidad de un mercado de trabajo más flexible, que no margine a una importante minoría de jóvenes, como sus advertencias respecto a la generalización de formas de protesta destructivas, que ya no son patrimonio exclusivo de "agricultores y corsos". En realidad, cualquiera que fuera su origen étnico, los jóvenes incendiarios de este otoño no hicieron más que exagerar unas formas de protesta destructiva lamentablemente comunes en la sociedad francesa. La solución no puede estar en un perenne recurso al gasto público, sino en la modernización del Estado y en el estímulo al trabajo y la producción.

Respecto a los errores de la política exterior francesa, Baverez sostiene que están conduciendo a una creciente influencia de Londres en la Unión Europea (algo que no hay que considerar una mala noticia) y a una pérdida de peso de Francia en el mundo. Ofrece en particular un penetrante análisis de la crisis iraquí del año 2003, en la que la política francesa se basó en unas premisas bien fundadas, como lo han demostrado los acontecimientos posteriores, pero tuvo el fundamental inconveniente de que se centró en poner trabas a la intervención militar más que en ofrecer una solución alternativa. En palabras de Baverez, el problema es que "Francia sabe lo que no quiere -la hegemonía de Estados Unidos sobre las democracias o el liderazgo del Reino Unido en Europa-, pero no sabe lo que quiere". Pudiera optar por la independencia nacional a toda costa, pero la adaptación al nuevo entorno estratégico es más fácil a través del reforzamiento de la dimensión europea.