Ensayo

Guerra civil. Mito y memoria

Julio Aróstegui y François Godicheau

9 marzo, 2006 01:00

(Eds.) Marcial Pons. Madrid, 2006. 408 páginas, 40 euros

Advertencia preliminar: no se limiten a tomar nota del impreciso título que encabeza este comentario para colegir, a partir de él, que estamos ante un volumen más sobre la guerra civil. Primero, porque no se trata aquí de la contienda propiamente dicha sino de algo muy distinto, su recreación más o menos fidedigna como memoria histórica o mito partidista.

En segundo lugar debe aclararse que junto a la ponderación de la guerra civil en la España posterior -asunto que ocupa la mayor parte de la obra- hay un espacio, secundario pero nada despreciable en extensión y en sugerencias, para temas adyacentes como el impacto del enfrentamiento hispano en la República Democrática Alemana (W. Bernecker) o toda una sección dedicada a los traumas de la Francia de Vichy, un "tiempo sombrío" (O. Wieviorka) que, aunque no alcanza los mismos niveles de desgarramiento fratricida, es también "un pasado que no pasa", en acertada expresión de H. Rousso; y que tiene también sus víctimas propiciatorias y silencios ominosos, como el caso de las mujeres rapadas que desmenuza F. Virgili.

Como se desprende de las líneas anteriores, estamos hablando de una obra colectiva, cuyo origen se remonta a un coloquio internacional que tuvo lugar en la Casa de Veláz-quez. Sus directores, Julio Aróstegui y François Godicheau, aparecen ahora como editores de este volumen que reúne varias ponencias de aquel Congreso, once en total, a las que se ha añadido un interesante apéndice, a cargo de J. A. Blanco Rodríguez, dedicado a hacer un balance crítico de la historiografía de la contienda española de 1936 a 2004. En consecuencia, el resultado en forma y fondo es una obra dirigida al especialista o al lector bien informado, aunque conviene resaltar y agradecer que la densidad en el análisis no impide por lo general una encomiable claridad.

Se abre el libro con las dos ponencias más globales, a cargo de M. C. Lavabre y del propio Aróstegui, coincidentes en calibrar la huella de acontecimientos traumáticos en la memoria colectiva, aunque la primera es más conceptual y el segundo más concreto, con una voluntad manifiesta de aplicar sus reflexiones acerca de la construcción del recuerdo al caso español. En este sentido dicho capítulo constituye un prólogo muy ajustado a una segunda parte que recoge las seis aportaciones -el meollo del volumen- que tienen la memoria de la guerra civil como objeto privilegiado de debate.

No se espere sin embargo un debate de cortos vuelos, politizado en su sentido más primario. Es obvio que hay una perspectiva política desde la que se hace el examen histo-riográfico, y no puede silenciarse que esa perspectiva predominante es la que, esquematizando en términos tradicionales, podríamos denominar de izquierdas. Es innegable que en algunas páginas se cargan las tintas: así, Reig Tapia escribe que el 18 de julio el criminal Franco "inicia un puro y simple genocidio" (página 227) o asimila forzadamente a la categoría de mito franquista toda interpretación no coincidente con la ortodoxia progresista.

Pero por lo general predomina en el resto de las intervenciones un tono frío y racionalizador, con una atención preferente a los aspectos más académicos: se aborda así, con mesura y abundante bagaje bibliográfico, el problema de la "objetividad" (Sánchez León) o del nombre mismo (guerra civil, incivil), pasando por la manipulación franquista de la memoria (M. Richards), hasta desembocar en el famoso "pacto de silencio" de la transición (magnífico artículo de Paloma Aguilar), que ahora vuelve a estar de actualidad por ser responsable, en opinión de determinados sectores políticos, del secuestro de la memoria histórica y hasta de la supuesta falta de plenitud democrática de nuestro país.