Ensayo

La Falange teórica

Manuel Penella

8 junio, 2006 02:00

Planeta. Barcelona, 2006. 430 páginas, 27 euros

Manuel Penella fue secretario personal de Dionisio Ridruejo. En 1999 publicó un interesante ensayo biográfico sobre este vehemente personaje que dejaba traslucir su admiración por el hombre y el político, animados ambos en su opinión por una sinceridad y valentía inusuales en aquella España de sinecuras y botafumeiro.

Aunque la imagen de Ridruejo aparece en la portada de este libro, ahora el protagonismo no le corresponde a él sino al fundador de la Falange. En contraste con la empatía de aquella obra, Penella pretende adoptar aquí un tono frío e imparcial, con el propósito expreso de ajustarse a los hechos sin caer en condenas o aplausos. Es verdad que un lector minucioso hallará pasajes que desvelan una resuelta admiración por José Antonio (como cuando se refiere a la generosidad con que se alzaba sobre sus propios intereses de clase, algo sólo "al alcance de personajes excepcionales", p. 267), pero no es menos cierto que no se hurtan los aspectos menos presentables del dirigente político como su señoritismo, sus zigzagueos y la incitación a una violencia que terminó en sucios ajustes de cuenta.

No siendo completamente inexacto, el título del libro puede empero despistar a un lector no avisado. Para bien o para mal, más que de teoría política propiamente dicha, aquí se habla sobre todo del caldeado ambiente político de la República y del afán de unos jóvenes idealistas por adaptar al contexto hispano la vía mussoliniana: nueve de los doce capítulos siguen paso a paso, ordenadamente, los acontecimientos que desde 1931 conducen a la guerra civil, con especial atención a las directrices y divergencias que se fraguan en los ambientes conservadores. Es justamente esta opción la que restringe el alcance del ensayo, pues Manuel Penella apenas trasciende la controversia política convencional y, de este modo, su análisis no alcanza el tono original que habría que demandarle en un terreno tan trillado.

El autor describe con precisión los lastres y contradicciones que impiden el despegue de un fascismo español, desde las penurias materiales a la confusión ideológica, pasando por la dura competencia para ganar un espacio político propio. Sin embargo, la ecuanimidad en el examen del pasado naufraga al ponderar el legado falangista. Ya es discutible la formulación de que el falangismo despertó en las derechas en general y el franquismo en particular "una inquietud social" (p. 422), pero más sorprendente es el diagnóstico de que fue precisamente el poso joseantoniano el que llevó a derechas e izquierdas a entenderse fácilmente en la transición. El hecho mismo de que Suárez fundase un partido con el nombre de Centro Democrático y Social "no sería comprensible al margen de la herencia" falangista (p. 428). Y, en fin, según Penella, hasta nuestra Constitución llega la sensibilidad social del falangismo, porque se aprobó una enmienda de Licinio de la Fuente sobre "acceso de los obreros a la propiedad de los medios de producción". Así las cosas, no es de extrañar que la última página contenga una lamentación sobre el nuevo rumbo "neoliberal" de la derecha española.