Image: Las mil caras de Felipe González

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Ensayo

Las mil caras de Felipe González

José García Abad

6 julio, 2006 02:00

Felipe González. Foto: Iñaki Andres

La Esfera de los Libros. Madrid, 2006. 675 páginas. 25 euros

La nueva cara del socialismo español, en el momento de la muerte de Franco, era la de Felipe González Márquez, un sevillano de treinta y tres años que, poco antes, se había hecho con las riendas del viejo Partido Socialista Obrero Español. La maniobra se había desarrollado en suelo francés con el apoyo de un grupo de amigos sevillanos que, a finales de los sesenta, vegetaban por los bares del sevillano Parque de María Luisa tratando de ligar un poco o dejándose llevar por las ensoñaciones de un futuro socialista, de un marxismo más o menos cañí, como salida a la dictadura franquista.

Pero la nueva cara del socialismo era desconocida para muchos españoles que sólo sabían que, al frente del socialismo español, se había colocado un joven abogado laboralista sevillano que se ocultaba bajo el nombre en clave de "Isidoro", un nombre que evocaba a una de las figuras más insignes que Sevilla había dado a la cultura española. El Partido Socialista era ilegal entonces y la revelación de la personalidad del nuevo Secretario General del partido podría haberle acarreado problemas con la policía que, en cualquier caso, no tardaría en identificarla y le trató con relativa deferencia. Poco a poco se iría desvelando aquel rostro - la primera vez, de forma borrosa, en la revista Doblón- hasta que los españoles terminaron habituándose a la imagen de aquel joven de labios gruesos, mofletes redondeados y dientes superiores salientes. No era guapo pero las chicas que lo habían tratado en la Facultad sevillana le llamaban "el feo maravilloso".

De todas maneras, no era ya el momento de la belleza -aunque sí de la imagen- sino del poder. De un poder político que habría que afirmar dentro del partido, antes de ampliarse al conjunto de los ciudadanos. De ahí que el autor, veterano periodista con una permanente simpatía hacia las posiciones de izquierda, aunque alejado del marxismo, haya podido decir que la conquista de Madrid le resultaría a González más complicada que la conquista de la maquinaria del partido en Suresnes.

Lo que empezó siendo una cara conocida se ha multiplicado por mil en este apasionante libro en el que los testigos cercanos de esa ascensión vertiginosa han sido convocados -a través de entrevistas o de testimonios ya publicados- a reflejar en el espejo de la subjetividad la imagen que cada uno tiene del líder socialista. Son imágenes proporcionadas por personas cercanas que entretejen una imagen llena de aspectos nuevos que el autor organiza con una prosa tan excelente como eficaz.

De ella surge un González accesible pero reservado, receptivo pero celoso de su independencia de criterio. Que se movía más por el fenómeno del poder político que por las ventajas materiales que de él se desprenden y, sin embargo, encantado de hacerse presente en los círculos de los más ricos y poderosos.

¿Es un libro de historia? No, ni el autor lo pretende, como deja claro cuando marca sus diferencias frente a un historiador recientemente desaparecido. De hecho se trata de una distinción un tanto superflua porque libros como éste resultan aportaciones de primera calidad para los historiadores que estén interesados en conocer los procesos que condujeron a la toma de decisiones, esenciales para comprender la historia política de un periodo tan atractivo como fueron los comienzos de la transición política española.

García Abad reconstruye -con un material apabullante que tal vez hubiera necesitado una mayor elaboración- un largo periodo de la historia española más reciente, que va desde los estertores del régimen franquista hasta el relevo producido en la cúpula socialista a partir del año 2000. El valor de libros como éste descansa, en última instancia, en la credibilidad de los más de sesenta entrevistados en el libro y de los muchos testimonios impresos que en él se recogen. Es algo que el autor nunca puede asegurar, pero sí su afán de exhaustividad en la búsqueda de éstos testimonios y la imparcialidad con que aparecen reflejados. De ahí el enorme atractivo del volumen.

De todas maneras, es inevitable que el lector se pueda hacer una pregunta: ¿Está la verdadera cara de Felipe González entre las mil que aquí se nos ofrecen?