Ensayo

Anatomía del miedo

José Antonio Marina

21 diciembre, 2006 01:00

José Antonio Marina. Foto: Sergio Enríquez

Anagrama. Barcelona, 2006. 255 páginas, 16 euros

El interés de José Antonio Marina por los sentimientos es bien patente en su extensa y rizomática obra. El laberinto sentimental (Anagrama, 1996) o Diccionario de los sentimientos (Anagrama, 1999), escrito este último en colaboración con Marisa López Penas, conforman un discurso que precede con rigor a Anatomía del miedo. Un tratado sobre la valentía. La perspectiva de Marina, dándole al término un sentido orteguiano, no es tanto filosófica como psicológica. No se sitúa por tanto en los aledaños del campo de pensamiento que marca Carlos Gurméndez en su Teoría de los sentimientos (FCE, 1984), sino más bien al rebufo de la main stream de la psicología académica; la de corte cognitivo.

La centralidad de los sentimientos ha ido en aumento en una sociedad cada vez mas individualista y líquida, como apunta el Zygmunt Bauman de Amor líquido (Fondo de Cultura Económica, 2005) o Vida líquida (Paidós, 2006). De ahí que la reflexión de Marina en torno a los sentimientos resulte oportuna y a la vez indicada para emprender la lectura de Anatomía del miedo. Como el autor señala en la introducción a esta obra, "transcribo sin avisar textos de otras obras mías". Al mismo tiempo, como ya sabe el lector familiarizado con los textos o conferencias de Marina, el miedo es un sentimiento central en la vida individual y social.

"No hay especie más miedosa que la humana" es la rotunda afirmación con la que comienza un texto en el que su autor trata de establecer una cartografía del miedo. Dicho mapa comienza por situar aquellos que son innatos y que se diferencian de los que requieren un aprendizaje. Los ruidos estrepitosos ilustran este primer tipo de miedo. Los segundos tienen que ver con los provocados desde el poder o la religión. El miedo, entendido por Marina como una mezcla de ansiedad unida a una presencia de peligro, puede ser también normal o patológico. El miedo al conflicto es algo normal. La angustia expresada como hipocondría, pánico, trastorno obsesivo o fobia es ya patología.

Marina dedica el final de su volumen a aquello que constituye su opuesto: la valentía. Concebido el valor con un componente ético que le da estructura y sentido, valiente es "aquel a quien la dificultad o el esfuerzo no le impiden emprender algo justo o valioso, ni le hacen abandonar el propósito a mitad de camino". Para Marina la valentía es la esencia de la libertad, y ésta reside en la capacidad que tiene el ser humano para llevar a cabo proyectos cargados de dignidad. Una reflexión más extensa en torno a la genealogía de la dignidad la encontrará el lector en La lucha por la dignidad (Anagrama, 2000), coescrito con María de la Válgoma. El valor, escribe Marina, tiene su ámbito en el de la inteligencia creadora (véase también La inteligencia creadora, Anagrama, 1993).

Contraponer miedo y valor es un excelente recurso analítico porque el miedo permea la sociedad, tal como señala Ulrich Beck en La sociedad del riesgo (Paidós, 1998), y al adentrarse en nuestra cotidianidad se enmascara de mil maneras y se difumina y hace inasible conceptualmente. La articulación entre el miedo entendido como sentimiento que "nos recurva" sobre nosotros mismos y nos empobrece y la valentía concebida como "la virtud del despegue", permite al lector un juego de siluetas que perfila sentimientos que de un modo u otro acompañan a los seres humanos a lo largo de su vida.

El miedo al hundimiento de la cultura

En su recorrido a través de los miedos que atenazan al hombre actual, J. A. Marina explica cómo "la cultura es fuente de seguridad. La estabilidad de las costumbres, de las clases sociales, de las creencias, tranquiliza. Pero estamos en época de cambios acelerados, y mucha gente teme perder su mundo, su identidad, su cultura. Surgen los profetas del desastre que son, fundamentalmente, anunciadores del miedo. [...] El auge de los integrismos modernos está, en gran manera, provocado por este temor al caos"