Ensayo

La derrota de ETA

José María Calleja

21 diciembre, 2006 01:00

Escena de una manifestación contra Eta, en junio de 2000

Ignacio Sánchez-Cuenca. Adhara. Madrid, 2006. 302 págs

La polémica generada por el proceso de negociación con los terroristas nos está haciendo olvidar un dato esencial: ETA ha sido vencida. El futuro es incierto, pero ocurra lo que ocurra, la banda jamás recuperará la capacidad operativa que tenía hace veinte años. José María Calleja e Ignacio Sánchez-Cuenca parten de la convicción de que el Estado -y sobre todo las fuerzas de seguridad- han derrotado a ETA y esto representa una contribución a nuestra libertad que nunca agradeceremos lo bastante a la Guardia Civil y a la Policía, que han pagado por ello un pesado tributo de sangre. Casi la mitad de las 832 personas asesinadas por ETA, cuyo nombre se recuerda en un listado al final de La derrota de ETA de la primera a la última víctima, eran miembros de las fuerzas de seguridad.

En su breve libro, que se puede leer del tirón, Calleja y Sánchez-Cuenca han optado por analizar la historia de ETA a través de sus víctimas y su opción ha sido excelente, no sólo desde una perspectiva ética, sino también desde el punto de vista analítico, porque en definitiva la acción de un grupo terrorista consiste en causar terror y ello lo consigue causando víctimas. Fernando Aramburu ha publicado recientemente un libro de relatos, Los peces de la amargura, que permite al lector captar el clima de intimidación que los terroristas han impuesto en muchas localidades vascas y algo similar han conseguido, desde la perspectiva de las ciencias sociales, Calleja y Sánchez-Cuenca.

El punto de partida de su investigación ha sido la creación de una base de datos sobre las víctimas de ETA, que supera en precisión y riqueza de detalles a cualquier intento anterior de establecer un listado de las mismas. Las cifras, muy elocuentes en su aparente frialdad, quedan relegadas a un apéndice y los capítulos del libro se centran en recordar a algunas víctimas, cuyos casos se sitúan en el contexto de la época y en la perspectiva de la evolución estratégica de ETA. Un grupo terrorista, recuerdan los autores, es un grupo guerrillero fracasado y también los etarras soñaron al principio con lanzar una insurrección. Cuando esto se reveló imposible, ETA asumió la perspectiva de una larga "guerra de desgaste", cuyo objetivo era presionar al Estado, sobre todo mediante el asesinato de militares y miembros de las fuerzas de seguridad, hasta que aceptara a retirarse de Euskadi. La caída de la cúpula de ETA en Bidart en 1992 marcó el fracaso de esta estrategia, que dio paso a otra de "frente nacionalista", es decir de acuerdo independentista con el PNV, lo que convirtió a los representantes del constitucionalismo en Euskadi en objetivo preferente. Por otra parte, en los años de la guerra de desgaste, ETA cometió otros atentados para asegurarse un cierto control del territorio, disuadiendo a quienes estuvieran dispuestos a cumplir el deber cívico de informar a la policía, y para aumentar su apoyo social -por repugnante que ello pueda parecer- mediante asesinatos cometidos en nombre de la lucha contra la droga o la protección del medio ambiente.

El libro demuestra también lo falsa que es la imagen idealizada que algunos tienen acerca de los primeros etarras, aquellos que luchaban contra la dictadura de Franco. Fue entonces cuando ETA cometió alguno de sus peores crímenes, como el secuestro, tortura, asesinato y ocultación de los cuerpos de tres jóvenes gallegos, que un día de marzo de 1973 había ido a San Juan de Luz a ver cine y fueron tomados por policías.

¿Daños colaterales?

Las noticias de la negociación con ETA han provocado una multiplicación de libros que a menudo se han visto desbordados por los acontecimientos. Sin embargo, también hay que destacar Mi vida contra ETA, de Enrique Rodríguez Galindo (Planeta. 630 págs, 24 e.), que resume en primera persona los dieciseis años de lucha del ex general contra los terroristas: la guerra de las banderas, la captura del comando Madrid o el caso Parot son episodios de un libro que no aborda ni lo ocurrido en Intxaurrondo con Lasa y Zabala ni el procesamiento y condena de Galindo. Además, Rafael Calvo Soler analiza en La negociación con ETA (Gedisa. 134 pp., 9’50 e.) los prejuicios contra la negociación, las consecuencias prácticas del proceso, así como las tácticas y contratácticas en un librito que analiza los riesgos desde un punto de vista eminentemente teórico.