Ensayo

El varón castrado

José Díaz Herrera

11 enero, 2007 01:00

José Díaz Herrera

Planeta. Barcelona, 2006. 450 páginas, 22 euros

Nacido en Santa Cruz de Tenerife hace 56 años, José Díaz Herrera es un licenciado en Ciencias de la Información especializado en el periodismo de investigación. Con Isabel Durán ha escrito numerosos ensayos y en 2005 publicó en solitario Los mitos del nacionalismo vasco, un texto que hace un amplio uso de novedosas fuentes documentales públicas y privadas.

Quizá el hecho de estar separado y tener dos hijos en custodia compartida esté entre los motivos que le han llevado a escribir El varón castrado. Verdades y mentiras de la violencia en España, un texto que tiene, como los cortes geológicos de terrenos sedimentarios, distintas capas superpuestas. Lo primero que ve el lector es una feroz crítica de la Ley Integral contra la Violencia de Género. Tal como señala el autor, 2006 ha sido el primer año natural en el que la Ley contra la Violencia de Género ha estado vigente. Dicha ley fue la primera de las grandes leyes impulsadas por Zapatero para modificar la estructura emocional y de valores del país.

La plena aplicación de la Ley contra la Violencia de Género ha supuesto en España, como señala Díaz Herrera, un despliegue de medios gigantescos. Más allá de jueces y policías, ha sido necesario el apoyo de numerosos profesionales cuya remuneración le ha supuesto al contribuyente mucho dinero. Por desgracia, esta utilización de recursos no ha impedido que 68 mujeres hayan sido asesinadas por sus parejas. Ocho muertas más que en 2005 pese a que 80 hombres han sido condenados diariamente. Entre julio de 2005 y junio de 2006 los distintos órganos judiciales condenaron a 29.356 varones, 7 de cada 10 juzgados.

A la vista de estos datos y de otros muchos que aporta el autor resulta evidente que la Ley contra la Violencia de Género es ineficaz pese a que, como muestra Díaz Herrera, cuando una mujer llama a la policía diciendo que su pareja le agrede, se presentan los agentes en menos de una hora y se llevan, esposado, al supuesto agresor. Una vez en las dependencias policiales se le toman las huellas dactilares, queda incluido en una base de datos como maltratador y lo meten en un calabozo. Al día siguiente es juzgado en un cuarto de hora con un alto riesgo de perder hijos, casa y quedar obligado a pasarle a su pareja una pensión compensatoria. Pasados 15 días se revisa la sentencia en el juzgado penal.

Ley ineficaz, sí, pero Díaz Herrera va más allá y plantea si ésta es una ley justa. En su opinión injusta porque priva al hombre de la presunción de inocencia. Injusta porque la Ley contra la Violencia de Género remite al Código Penal conflictos de pareja que podrían mitigarse o resolverse con una ley de mediación familiar que proporcionase apoyo psicológico o psiquiátrico gratuito y de calidad. Construido este volumen sobre un mosaico de casos que acaban por ser repetitivos, el texto pierde tracción por un exceso de metraje y la deriva de consideraciones demasiado permeadas de filias y fobias.