Identidad y violencia
Amartya Sen
20 septiembre, 2007 02:00Amartya Sen. Foto: Richard Drew
Necesario y valiente, informado y sutil. Son algunos de los calificativos que merece Identidad y violencia, el libro de Amartya Sen que aquí se glosa. Un ensayo que arranca de una constatación: la mayor parte de los conflictos que afligen al planeta son "conflictos de identidad", es decir, conflictos en los que una definición colectiva presuntamente unitaria (o "singularista", como escribe el autor) pretende imponerse anulando, y si es preciso exterminando, cualquier diferencia interna y enfrentándose a lo que considera un exterior hostil. Es el caso de identidades étnicamente basadas (hutus y tutsis), religiosamente informadas (musulmanes, judíos, cristianos...) o nucleadas a partir de una lengua: en este caso los ejemplos son más cercanos.Sen aborda en el presente ensayo ese espinoso problema. Y lo hace desde una perspectiva más compleja de lo que suele ser habitual. Nacido en la India y educado en Inglaterra, formado en la historia y tradi-
ciones orientales y occidentales, economista preocupado por cuestiones de filosofía, el autor se halla en una buena posición para acometer un acercamiento doble, que reconoce la importancia de la filiación cultural y que, a la vez, desconfía de la solvencia de conceptos como "civilización" o "cultura" cuando pretenden imponerse, como factorías de identidad una y única. De hecho, son conceptos como los reseñados, amén de otros que aparecen como presupuestos o corolarios (religión, nación, raza, Oriente), los que son escrutados con fina mirada crítica, utilizando metodología tanto filosófica como histórica o sociológica.
El resultado de la investigación se deja enunciar con brevedad y contundencia: la identidad no es el resultado de la pertenencia a una matriz cultural, no es la sumisión a las instrucciones de un horizonte civilizatorio; es una función compleja en la que se dan cita -no sin conflicto- elementos tradicionales e innovaciones, elementos materiales y espirituales. Quiere esto decir que no hay una "identidad occidental" enfrentada a una "identidad oriental". Si esos sintagmas se utilizan es al precio de múltiples amputaciones y de severas simplificaciones.
Del análisis surge una perspectiva crítica y eficaz, que propone una relectura de la historia en la que los procesos, tanto políticos como culturales, tanto científicos como económicos , ganan en complejidad y rigor. Precisamente porque aparecen a la luz de relaciones e interacciones, y no como el despliegue de presuntas identidades, porque se pone de manifiesto una cultura y una política de los intercambios fecundos frente a una interpretación en términos de cárceles culturales e identitarias. Y todo ello fructifica cuando conceptos como globalización y multiculturalismo son remitidos para su estudio a esa perspectiva de la relación y de la complejidad que obliga a albergar dudas al respecto de muchos de sus usos.
Seguiremos debatiendo, temo, sobre cuestiones de identidad y cultura. La investigación de Sen -desapasionada, precisa, comprometida ética y políticamente- será una guía necesaria en ese debate en curso.