Ensayo

Memorias de un espectador

Carlos Sentís

18 octubre, 2007 02:00

Con Xavi Ayén. Trad. Germán. Cánovas. Destino, 2007. 325 páginas, 21 euros

Abogado y viajado periodista y político, Carlos Sentís nace en Barcelona en 1911 en el seno de una de esas familias catalanas de fuste conservador, católico y monárquico, que tan bien han sabido mezclar tradición con adaptación a los tiempos cambiantes y capacidad para generar un patrimonio que les ha permitido mantener un nivel de vida muy por encima de la media.

Al estilo de la época, su madre recurre a una nodriza que lo amamanta hasta que lo instalan en casa de un primo hermano de su padre para acabar en Riudoms, población cercana a Reus, en casa de su abuela paterna. Hasta los siete años no vuelve a Barcelona para estudiar con los Escolapios. Al hilo de su vida, Sentís va desgranando la rica biografía de un adolescente que pertenece a una extensa familia catalanista en la que su hermano mayor, Jaume, es médico, Joseph María dos veces vicepresidente del Barça y Lluis presidente del Club Natación de Barcelona durante 25 años, presidente de la Federación Catalana de Rugby y valeroso jefe de una unidad antitanques con el ejército de Franco en la guerra civil. Llegan estas memorias hasta 1950, fecha en la que Sentís es ya un abogado dedicado al periodismo tras haber pasado por la política y haber seguido de cerca buena parte de los acontecimientos que desde los años 30 conforman lo substancial del siglo XX. A esto hay que añadir un Sentís que funda, en 1943, año de la muerte de su madre, una familia de tres hijos tras casarse con María Casablancas, una mujer guapa, inteligente, políglota y miembro de una potente familia catalana.

Se ha construido este libro "con la colaboración" de Xavi Ayén que, como narra en su innecesariamente extenso prólogo, descubrió a Carlos Sentís hojeando "La Vanguardia" en casa de sus abuelos. En un encuentro al azar con la editora de La Campana, Isabel Martí, coinciden en la conveniencia de volver a proponer a Sentís la escritura de sus memorias. Como él mismo escribe en su prólogo, su labor "ha sido la de convertirme en un interlocutor […] para que fueran aflorando los recuerdos y anécdotas", orientando además "la selección de escenas y retratos de una trayectoria tan extensa como la suya". A esto se añade el análisis y selección de la correspondencia privada que Sentís donó en su día al archivo del monasterio de Poblet. Por desgracia, Ayén se siente, en estas páginas previas, en la necesidad de justificar los tornasoles de la relación con la política de Carlos Sentís y en plan catalan emprenyat se permite pedradas como ésta: "Conviene desear que se produzca un debate enriquecedor, alejado del guerracivilismo o la caza de brujas, dos sectarismos muy frecuentes en el universo mediático madrileño, y que no debieran disfrutar de indulgencia".

En todo caso, estamos ante una amena autobiografía repleta de personajes y de hechos históricos que han marcado el devenir del siglo XX. Todo ello enmarcado en una sólida fe católica y en su apego a la figura de Cambó, primero, y después a la monarquía. Su espacio vital preferido, la Costa Brava y, más en concreto Calella de Palafrugell. Quizá, desde allí llegue la segunda entrega.