Obras completas de Azaña
Manuel Azaña
3 enero, 2008 01:00En aquel régimen, Azaña desempeñaría la presidencia del Gobierno desde octubre de 1931 a septiembre de 1933. En febrero del 36, después de la victoria del Frente Popular en las elecciones, volvería a la presidencia del Gobierno, y tres meses más tarde, tras la destitución de Alcalá-Zamora, pasó a la Presidencia de la República, de la que dimitió días antes de que acabara la guerra civil. Era un hombre extenuado en su infructuoso afán de conseguir la paz, la piedad y el perdón entre los contendientes del conflicto. No tardaría en morir en Montauban, en donde se había refugiado para escapar de los nazis.
Aquellas primeras Obras completas incluían en su tomo cuarto, que apareció en 1968, la mayor parte de los diarios que recogían la actuación política de Azaña entre julio de 1931 y agosto de 1933. Eran un testimonio deslumbrante de la vida política de aquellos años, vista desde dentro del gobierno, que se vería enriquecido por las memorias de Miguel Maura, publicadas también por entonces.
Sin embargo, siempre fue conocido de todos que las editadas por Marichal no eran unas verdaderas obras completas. Se sabía que algunos de los cuadernos que contenían los diarios de Azaña habían sido robados durante la guerra por un diplomático franquista y, posteriormente, habían sido objeto de una edición fraudulenta y malintencionada. También se sabía que muchos documentos del expresidente de la República habían sido expoliados por policías franquistas que acompañaban a la Gestapo cuando ésta asalto la residencia de Pyla sur Mer (Gironde) que Azaña acababa de abandonar. Y, en definitiva, estaba también claro que Marichal, pese a su meritorio esfuerzo, no había podido incluir muchas publicaciones de Azaña que seguían descansando en las hemerotecas o eran de difícil acceso. La situación cambió radicalmente a partir de 1984, cuando aparecieron los documentos requisados en 1940, aunque estos documentos nunca hayan sido puestos a disposición de los investigadores y han sido utilizados aquí a través de copias microfilmadas. Posteriormente, en 1996, la hija de Franco devolvería los diarios robados en Ginebra durante la guerra civil.
Todos esos materiales, más los nuevos textos de Azaña encontrados después de 1968, hacían posible la edición de unas verdaderas Obras completas como las que ahora acaban de presentarse en siete gruesos volúmenes. Una empresa que constituye uno de los grandes logros editoriales del año. El encargado de la edición ha sido el profesor Santos Juliá, autor de una conocida biografía política de Azaña y especialista reconocido del personaje, del que ha editado sus dicursos políticos y la serie completa de los diarios, aparte de algunos otros textos fundamentales del político alcalaíno. En este caso, ha tomado el criterio, muy convincente, de ordenar los materiales con un criterio cronológico en el que la biografía de Azaña ha sido el hilo conductor que permite integrar textos políticos, literarios y eruditos que son el fruto de una producción en la que todos esos temas fueron atendidos indistintamente por el autor.
También es muy llamativo del presente empeño editorial el afán exhaustivo del editor que le ha llevado a extender generosamente los criterios de inclusión, hasta el punto de incorporar muchos textos inéditos que, hasta ahora, sólo eran conocidos de forma fragmentaria e indirecta, y de dedicar el último volumen, exclusivamente, a textos inéditos que plantean el habitual problema de respetar la voluntad del autor que, en su momento, prefirió no darlos a la luz. El profesor Juliá ha preferido la exhumación de unos textos que resultan muy reveladores del pensamiento de Azaña.
La casi completa ausencia de aparato crítico en la edición de estos textos -encaminada a no hacerla aún más inmanejable- podría parecer una carencia si no estuviera magníficamente compensada con unos extensos estudios introductorios, en su mayor parte inéditos, que constituyen en su conjunto un apasionante ensayo biográfico pleno de sugerencias. La temprana caracterización de un Azaña reformista a través de un Estado fuerte y democrático, expresado en la conferencia "El problema español", de 1911, o el fino análisis de la trayectoria que le llevó a la apelación a la República desde los primeros momentos de la dictadura de Primo de Rivera -frente al abstencionismo de los hombres de la generación del 14- proporcionan claves de gran interés para cuantos se interesen por el apasionante mundo de las relaciones entre intelectuales y políticos en la vida española.
Una empresa editorial e historiográfica que nos devuelve íntegro a un personaje que todavía es crucial para entender las propuestas de modernización que terminarían por frustrarse en los años treinta del pasado siglo.