El alba la tarde o la noche
Yasmina Reza
7 febrero, 2008 01:00Yasmina Reza. Foto: Quique García
Frente al tono apagado de la mayoría de los líderes occidentales en estos últimos años, Sarkozy destaca por su personalidad, por su empuje, por su deseo de abandonar los caminos trillados. Aunque todavía no sabemos si será capaz de dar a Francia el impulso reformista que necesita, el interés que ha despertado, también en España, es indudable. Se convierten en éxitos de venta sus propios libros y los que sobre él se escriben, entre los cuales El alba la tarde o la noche representa un caso singular. No se trata de una biografía, ni de un libro de entrevistas, ni de una crónica política al uso, sino de un ejercicio de literatura minimalista realizado por una autora teatral, cuya pieza Arte recordarán muchos espectadores españoles.Yasmina Reza (París, 1959) siguió durante varios meses a Sarkozy en la campaña que le llevó a la presidencia de la República. En las breves escenas en las que presenta a un Sarkozy que prepara un discurso con su equipo, despliega su encanto ante los electores o se aburre en un acto de escasa utilidad política, podemos hallar algunas claves de su personalidad y su visión del mundo. Nos encontramos ante un hombre seguro de sí mismo e incluso jactancioso, rasgos sin los cuales nadie emprendería la batalla por la presidencia, pero que en Sarkozy se agudizan hasta el punto de que comenta ante Reza: "Si yo no existiera habría que inventarme". Un hombre al que le gusta vivir bien y siente, como es notorio, pasión por la belleza femenina, de una manera que algunas lectoras quizá encuentren algo machista. Un hombre que se declara de derechas, pero no conservador y que se siente a gusto con líderes de izquierda, como Blair, Prodi y también Zapatero y Rubalcaba. "¡Porque no son de izquierdas!" le explica a Reza tras un viaje a Madrid. En algunos asuntos, en España podría parecer que es él quien no es de derechas. En el tema de la eutanasia, por ejemplo: "Llega un momento en que hay que decir que existen límites al sufrimiento." Y en otros adopta posiciones que pueden escandalizar tanto a la derecha como a la izquierda. Es el caso de su actitud ante la influencia de los condicionantes genéticos en conductas como la pedofilia o el suicidio: "Las circunstancias no lo son todo, la parte congénita es inmensa".
Dispuesto a recuperar el voto que se había desplazado hacia Le Pen, Sarkozy mantiene al mismo tiempo una actitud muy favorable hacia los inmigrantes. En una entrevista con Barack Obama le comenta: "Nuestro sistema de integración no funciona en absoluto. En Francia no hay senadores como usted, consejeros como Condi Rice o Colin Powell". Su idea de la identidad nacional, basada no en el origen étnico sino en la adhesión a unos ideales, responde a un ideal común a la tradición republicana de Francia y de América. Lo expresó con brío en un discurso: "Sí, soy hijo de un inmigrante. Sí soy hijo de un húngaro y nieto de un griego nacido en Salónica… Sí, soy un francés de sangre mezclada que piensa que uno es francés en proporción con el amor que siente por Francia, con el apego que siente por sus valores universales…".
Una reflexión que despierta los recuerdos de Yasmina Reza, a quien su padre, nacido en Moscú de padres iraníes y casado con una húngara, declamaba cuando era niña poemas de Victor Hugo y Jean de La Fontaine. Y al ver en la cubierta de libro el bellísimo rostro de esta gran escritora francesa, con sus inequívocos rasgos orientales, la conclusión se impone por sí misma: Francia se ha enriquecido gracias a que un día los padres de Nicolas y de Yasmina llegaron en busca de un futuro mejor y se hicieron franceses.