La Alemania Nazi (1933-1945)
Álvaro Lozano
5 junio, 2008 02:00Acto de afirmación nazi en Nuremberg en 1935. Archivo
¿Cómo y cuándo se fundó el partido nacionalsocialista alemán? ¿Quiénes eran sus líderes? ¿Cuáles fueron sus bases sociales y sus apoyos económicos? ¿Por qué en breve tiempo depositaron su confianza en él tantos millones de alemanes? ¿Qué circunstancias y maniobras condujeron a Hitler al poder? ¿De quién fue la responsabilidad de su designación como canciller? ¿Cómo desembocó la República de Weimar en el Tercer Reich? ¿Funcionaba el nuevo régimen con eficacia? ¿Se produjo un milagro económico? ¿Tuvo lugar una auténtica revolución cultural nazi? ¿Era Hitler, paradójicamente, un "dictador débil"? ¿Fue Alemania la única responsable del estallido de la guerra mundial? ¿Por qué el antisemitismo constituía un ingrediente fundamental del ideario nacionalsocialista? ¿Estaba pensada desde el principio la monstruosa "solución final" para el llamado "problema judío"?ésas son sólo algunas de las múltiples preguntas que los historiadores (y los simples interesados) se han hecho y se siguen haciendo sobre uno de los episodios más turbadores del siglo XX, un fenómeno que continúa despertando de forma inextricable curiosidad y horror. Algunas de esas cuestiones tienen hoy una explicación convincente y ampliamente admitida pero otras -quizás la mayor parte- no dejan de generar apasionadas polémicas o hasta agrias discusiones (y no sólo en el ámbito de los especialistas, porque se tocan fibras muy sensibles de nuestra cultura y nuestro pasado reciente). Raro es el año que no aparece alguna obra que remueve rescoldos, ya sea un Goldhagen con los "verdugos voluntarios", un Irving con el negacionismo demagógico o, más recientemente, un Novick con la relectura de la Shoah. En esas coordenadas, lo primero que encuentra cualquier lector con interés en el tema es una bibliografía (y una filmografía) de proporciones disuasorias, en la que es fácil desorientarse sin sacar nada en limpio. La necesidad, por tanto, de una obra clara y esquemática que sirva al mismo tiempo de introducción y guía es sencillamente indiscutible. ésa es la labor que cumple el volumen de álvaro Lozano que aquí comentamos.
Se trata, como el mismo autor apunta certeramente en las páginas iniciales, de "un estudio temático conciso de los aspectos claves del período nazi". El punto de partida, por ello, como no podía ser de otra forma, es la Alemania que sale vencida de la Gran Guerra y humillada por el Tratado de Versalles, haciendo de la supuesta "puñalada en la espalda" (la traición de la clase política) el leitmotiv de un nacionalismo vocinglero y rencoroso. En aquella "república sin republicanos", sacudida por una inflación apocalíptica y una anomia que escandalizaba a la burguesía timorata, se incuba el huevo de la serpiente. Como con frecuencia sucede en la historia, el cáncer surge en el lugar y forma menos esperables, no con la apariencia grandiosa de un Odín salvador, sino bajo la anodina figura de un cabo austriaco, cuyo ascenso militar había sido rechazado por carecer de dotes de mando. No será la única ni la más sangrante ironía del destino en esa tortuosa trayectoria que desemboca en 1933 en el nombramiento de Hitler como canciller. El azar y la necesidad se encontraron en el momento adecuado: es verdad que múltiples carambolas, poco menos que inverosímiles, habían llevado a Hitler a la cúspide, pero no es menos cierto que una gran parte de la sociedad alemana clamaba por un líder autoritario que le redimiera del marasmo y le insuflara esperanzas.
Al describir el funcionamiento del Estado nazi, Lozano deshace algunos tópicos profundamente arraigados, como el de una administración funcional y eficiente. No había tal, ni siquiera la temida y mitificada Gestapo podía controlar el país. La Alemania nazi era una dictadura personal con unos mecanismos de gobierno y de control poco operativos. Siendo ello grave en tiempo de paz, resultaría letal en la fase bélica, constituyendo un factor fundamental para entender gravísimos errores tácticos y decisivos reveses en el frente. La fuente del poder -obviamente, absoluto- era el Föhrer, no el partido. Incluso los jerarcas nazis, con funciones que deliberadamente se solapaban, adquirían su fuerza exclusivamente de la "correcta interpretación" de los deseos del jefe supremo. Hitler, refractario a toda tarea burocrática, pudo ser un dictador voluble o neurótico, pero no precisamente débil. Todo ello explica, por otro lado, el fracaso del proceso de nazificación de la sociedad: dejando aparte a las minorías, la mayoría de los alemanes terminó acomodándose al régimen con una mezcla de disciplina patriótica, temor e ignorancia voluntaria de las atrocidades, una actitud ambigua que ha dado lugar a múltiples debates sobre la responsabilidad del país en su conjunto.
Lozano aborda éstas y otras muchas cuestiones con orden, claridad y ponderación. Siendo tantos los temas, puede comprenderse que no siempre se arriesgue a tomar partido (a veces se limita a ordenar interpretaciones variopintas), del mismo modo que se entiende que no todos los aspectos estén tratados con similar detenimiento (el análisis económico tal vez quede algo pobre). Desde el punto de vista estrictamente formal debe apuntarse que la sintaxis chirría en ocasiones. Son, sin embargo, reparos menores para una obra excelente, quizás la mejor síntesis ahora mismo disponible en español sobre el tema.