Image: Leyenda negra y leyendas doradas en la conquista de América

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Ensayo

Leyenda negra y leyendas doradas en la conquista de América

Bethany Aram

19 junio, 2008 02:00

El desembarco de Colón, por Currier e Ives.

Trad. Antonio J. Carrasco Marcial Pons. Madrid, 2008. 456 páginas, 32 euros

Afortunadamente está comenzando a romperse la distinción un tanto rígida establecida en España entre his-
toriadores generales -modernistas o contemporaneistas- y especialistas en la Historia de América -americanistas de uno u otro periodo-, una separación derivada de intereses académicos de hace medio siglo, que ha separado en exceso las investigaciones sobre el Viejo y el Nuevo Mundo. Como en otras muchas ocasiones, han sido los hispanistas extranjeros, ajenos a nuestras pugnas gremiales, quienes han abierto el camino, del que es una buena prueba el presente libro. Bethany Aram, autora de un magnifico estudio sobre Juana la Loca -La Reina Juana. Gobierno, Piedad y Dinastía (2001)-, en la línea del más genuino modernismo, no ha tenido inconveniente en plantearse un tema propio de los americanistas, consciente de la necesidad de romper fronteras, como proclama de forma explícita, con una finalidad que no es otra que la de comprender adecuadamente el proceso histórico; en este caso la conquista de América (pág. 252).

Para ello, otro requisito esencial es el de superar las leyendas negras o doradas, surgidas muchas veces en el propio curso de la conquista, que han condicionado gravemente las interpretaciones de los historiadores. De ahí el título de su libro, que puede inicialmente llamar a engaño, puesto que el meollo del mismo no le constituyen tales leyendas sino el estudio de un caso concreto, hondamente influido por ellas, la historia de dos conquistadores que han personalizado respectivamente el villano y el héroe: Pedrarias Dávila y Vasco Núñez de Balboa. Pero la autora no se reduce a la peripecia personal de ambos, sino que a través de ellos analiza los móviles de la conquista, los planteamientos de la Corte y los conquistadores y las consecuencias que tuvieron sobre el Nuevo Mundo.

Las respectivas leyendas hicieron de Balboa el conquistador amable, desinteresado y respetuoso con los indígenas, víctima de la crueldad de Pedrarias, gobernador de Castilla del Oro, quien se convertiría pronto en el prototipo del malvado, codicioso y resentido, responsable de la esclavización y las matanzas de los indios, así como de la injusta condena a muerte del descubridor del Pacífico. Tales leyendas se gestan en aquellos años y tanto Balboa como Pedrarias y otros protagonistas de la conquista contribuyen a crearlas, pero los principales responsables serán los cronistas Gonzalo Fernández de Oviedo, que odiaba al gobernador, el padre Bartolomé de Las Casas, y ya en tiempos de Felipe II, Antonio de Herrera y Tordesillas, que utilizó sus relatos. Ambas visiones contrapuestas han contaminado la historiografía hasta nuestros días, de modo que el trabajo de Bethany Aram se ha centrado en la investigación de la realidad más allá de como la reflejaron las citadas crónicas, a través de una minuciosa búsqueda de la documentación existente en los archivos, mucho más abundante en el caso de Pedrarias que en el de Vasco Núñez de Balboa. El resultado final es la reivindicación de aquel frente a éste, pues Pedrarias se convierte en el protagonista principal de un relato que, más allá de la evidente y reconocida simpatía que el personaje despierta en la autora, muestra con el respaldo de los documentos -algunos de los cuales se incluyen en un amplio apéndice- a un Pedrarias carente de la crueldad, ambición y tiranía que se le han achacado, frente a un Balboa muy lejano también de su estereotipo. Uno y otro representaban dos arquetipos de conquistadores, pues mientras Balboa era el aventurero individualista y poco ligado a los intereses de la Corona, Pedrarias es el gobernador nombrado por ésta para controlar las aventuras de la conquista, garantizando el control del rey y el envío a la Corte de los porcentajes que correspondían al monarca en los tesoros de América.

Porque tal objetivo, las riquezas de Indias, era uno de los principales alicientes de la conquista, no solo para los aventureros que arrostraban sus padecimientos, incertidumbres y riesgos, sino también para el rey. Bethany Aram desmitifica los móviles altruistas y evangelizadores, así como el interés de la Corona por la protección de los indios, y culpa al rey Fernando el Católico y a las contradicciones de su política de buena parte de los problemas que surgieron en un territorio al que sus sueños codiciosos, estimulados por Balboa, le llevaron a denominar "Castilla del Oro". Asimismo, analiza la importante labor de Pedrarias en el dominio de una zona de América Central, ampliada bajo su mando a Panamá y Nicaragua, desde la que partirían las exploraciones por el Pacífico que habrían de culminar en la conquista del Perú.