Image: Leni Riefenstahl

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Ensayo

Leni Riefenstahl

Steven Bach

10 julio, 2008 02:00

Leni Riefenstahl

Trad. de Beatriz López-Buisán. Editorial Circe.Barcelona, 2008. 455 páginas, 29 euros

Leni Riefenstahl nació en 1902 en un barrio obrero de las afueras de Berlín. La capital de Alemania era entonces una ciudad de dos millones de habitantes que no tenía la calidad imperial de ciudades como Londres, París, Viena o Roma, poblaciones todas ellas con un glorioso pasado. Su excepcional vida fue un quehacer constante, marcado siempre por su colaboración con el Tercer Reich, hasta que le falló el corazón, en plenas facultades, el año 2003.

Hija de un lampista autoritario que acabó montando un saneado negocio en un Berlín que en los años treinta crecía con inusitada rapidez, y con un hermano inútil y mujeriego que moriría despanzurrado por una granada en el último tramo de la guerra, Leni Riefenstahl tuvo que espabilarse desde muy pequeña en un mundo hostil y machista. Su ajetreada vida, siempre girando en torno a emociones estéticas, queda registrada con minuciosidad de entomólogo en este volumen.

Steven Bach, autor de una biografía de Marlene Dietrich, no conoció a Riefenstahl, pero su examen de las fuentes documentales es riguroso y su narración está construida de un modo claro y sincero. Por desgracia -no soy el primero en escribirlo- la traducción no está a la altura. Leni Riefenstahl sigue un orden cronológico dividido en tres grandes partes. En la primera, se muestra la Alemania de la República de Weimar. En Berlín se producen tiros y asesinatos constantemente. Steven Bach escribe: "La escasez de alimentos y la gripe en la posguerra produjeron el colapso de la moral de la preguerra". En ese ambiente el lector contempla el crecimiento de una chica que cuando pasea por la Kurförstendamm deja una estela de miradas masculinas. Una joven de diecinueve años, recién salida de un internado, que está decidida a ser ella misma y a triunfar en la vida. Su primera vocación es la danza, pero el cine es el gran espectáculo de la época y Leni Riefenstahl queda fascinada por un género muy del momento: las películas de montaña. Rodadas en los Alpes, las historias de escaladores y esquiadores llenaban los cines como años después lo haría el cine del oeste. Con una mezcla de audacia y astucia que caracteriza la vida de Riefenstahl, se presenta al director por excelencia de los filmes alpinos, el reputado doctor Fanck, y consigue, tras aprender a esquiar y a escalar, sus primeros papeles.

En la segunda parte Steven Bach establece un paralelismo entre la toma de Alemania por parte de partido nazi y la ascensión a la gloria de una Leni Riefenstahl que ya no está delante de la cámara sino detrás. Aquí vemos a una mujer joven e inteligente que utiliza su belleza como un machete para abrirse paso en la selva que ha crecido en Alemania. Fascina al mismísimo Hitler, y este le encarga dos películas que son imprescindibles en la historia del cine. Primero, en 1935, El triunfo de la voluntad, un documental sobre un congreso del partido nazi en Nuremberg y, después, Olimpiada, otro documental sobre los Juegos Olímpicos de Berlín del año 1936. Con estos filmes Leni Riefenstahl se consagra, entra en el santa santorum del poder alemán. ¿Cómo lo consigue? Para Steven Bach la "genialidad de Leni consistió, en parte, en que se atrevió a hacer cosas que otros no podían o no querían hacer". Si seguimos leyendo vemos que no se trataba sólo de atrevimiento. Detrás del éxito de Riefenstahl estaban sus infinitas horas de dedicación a las mil tareas implicadas en la producción de una película. Situar cámaras, organizar el rodaje y ocuparse después de la sonorización y del montaje eran tareas de las que Leni Riefenstahl se ocupaba personalmente.

En la tercera parte el lector asiste a los desastres de la guerra y al proceso de desnazificación. Las acusaciones que pesan sobre Leni Riefenstahl son graves y tienen consecuencias. Aislada y sin dinero se defiende con uñas y dientes. No consigue volver a dirigir pero de repente descubre áfrica: se va a Sudán a filmar y fotografiar a la tribu Nuba. Asombra al mundo con sus fotos y, a los 75 años, se hace submarinista a la vez que registra con sus cámaras los más bellos paisajes submarinos. Tras escribir dos polémicas autobiografías, muere en su casa cogida de la mano de Horst Kettner, su pareja desde 1968 y cuarenta y dos años más joven que ella.

¿Fue nazi Leni Riefenstahl? ¿Contribuyeron sus películas, sus conferencias, sus libros o sus viajes al exterminio de judíos, gitanos y tantos otros? Steven Bach duda.