Una mirada en palabras
El 14 de septiembre se cierra en el IVAM la exposición retrospectiva de la obra plástica de Alberto Corazón. Diseñador, pintor, escultor, empresario y artista gráfico, este madrileño de 1942 nos ofrece ahora un ensayo en torno a la idea de creación en el arte. Fue elegido en 2006 miembro de la Real Academia de Bellas Artes para ocupar una plaza de nueva creación.
Para adentrar al lector en algo tan complejo y laberíntico como es la creación artística, Alberto Corazón ha organizado este volumen en cinco partes que ilustradas con textos y dibujos a carboncillo que dan relieve y profundidad al texto en una amalgama que cautiva al lector.
Desde el comienzo, en estos grandes apartados aparecen algunas de las claves explicativas del proceso artístico: la mirada y la memoria de un autor que “desea crecer y su obra es la señal y la esperanza de ese crecimiento”. Corazón despliega el proceso creador desde su escultura que, como muestra al lector en este primer capítulo, utiliza sobre todo una gama basada en cinco materiales: hierro, acero, aluminio, bronce y plomo. Sobre todo este último, por su “misteriosa opacidad”. Amalgamar los materiales, transformarlos hasta que adquieren pátina. Y, entre tanto, la mirada del artista siempre atenta: “Una pieza fallida siempre lo es por falta de mirada”.
Alberto Corazón dibuja constantemente sobre cuadernos que siempre le acompañan. Pintar es otra cosa. Se sirve de óleo sobre maderas fresadas en los bordes que él mismo prepara con cola animal y albayalde. Pinta de arriba hacia abajo y elige formatos pequeños para que la mirada no se disperse, se concentre mejor en el cuadro y se puedan tener en las manos. Dibujo, escultura y pintura han de ampliar la memoria en un proceso creativo que para Alberto Corazón ha de superar dos pruebas: que engendren misterio y que con el paso del tiempo se independicen del autor.
Se cierra este volumen con un quinto capítulo cuyas hechuras se corresponden más con la idea tradicional de ensayo. Partiendo del recuerdo de la gran cocina que presidía la finca valenciana de sus abuelos, Alberto Corazón despliega su teoría sobre la importancia del bodegón, su género preferido, en la historia de la pintura. Tras esbozar la historia del bodegón y detenerse en las naturalezas muertas flamencas, derivadas del nuevo sistema de economía capitalista, Corazón analiza con agudeza la escuela española del bodegón. Sánchez Cotán, Zurbarán, Velázquez, Goya, Juan Gris y Picasso son diseccionados y comparados. Expresiones de una pintura magistral, a veces desdeñada, que Alberto Corazón reclama y admira por más que sus bodegones sean, como él mismo escribe “puro signo”. Concluye así un libro en el que un artista aborda desde su propia obra el proceso de creación artística.