La cultura humana
Jesús Mosterín
8 mayo, 2009 02:00Jesús Mosterín. Foto: Bernabé sarabia
Nacido en Bilbao en 1941, Jesús Mosterín dejó su cátedra de Lógica y Filosofía de la Ciencia en la Universidad de Barcelona en 1996 para concentrarse en el estudio y en la escritura como profesor de Investigación en el Instituto de Filosofía del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Sus numerosos artículos y los más de veinte libros publicados se añaden a un extenso y variado currículo. Todo ello le acredita como uno de los académicos más brillantes y polémicos de su generación.En 1993 salió a la calle Filosofía de la cultura. En 2006 dio a la imprenta La naturaleza humana, en el que abordaba la evolución de la especie, el genoma y el lenguaje, tema éste transversal a lo largo de toda su obra. Dos años más tarde aparece La cultura de la libertad. Y ya en 2009 La cultura humana se presenta como un texto que viene a cerrar los anteriores presentando una visión de la cultura y de las actividades culturales a caballo entre la antropología y la historia.
Dado que Mosterín considera que "la cultura es información, un tipo especial de información transmitida por aprendizaje social", su texto no podía comenzar más que tratando de presentar su noción de información como un doblete en el que la genética y el aprendizaje se conjugan y acoplan. Información heredada y aprendida o, dicho de otro modo, información "incorporada en el genoma y plasmada en el cerebro". El juego de opuestos herencia/cultura mantendrá su tensión a lo largo y ancho de La cultura humana. Hasta llegar a la cultura humana el lector ha de seguir la senda evolutiva de los primates -Mosterín es el presidente honorario del Proyecto Gran Simio en España- , transitar los momentos decisivos de la revolución del Neolítico y trazar el camino que desde la sedentarización condujo a la cerámica y a la metalurgia. Al hilo de la evolución del género humano, Mosterín monta su reflexión sobre las aportaciones de los grandes pensadores de la antropología cultural. Páginas interesantes, sin duda, pero que alejan y retrasan la aportación más candente, aquélla que, tras plantearse el significado de la aparición de los libros, las enciclopedias, las bibliotecas y las editoriales se adentra en la cultura del siglo XXI.
El papel cultural de la música, la pintura, el cine y la fotografía da paso a la cultura asociada a la satisfacción de actividades tan sensoriales como comer, comprar ropa o divertirse. Por último, Mosterín estudia los avances tecnológicos que han hecho posible la globalización. El desarrollo del telégrafo primero y el teléfono celular después se conjugan con la extensión de la radio, la televisión y la facilidad para emprender largos viajes. La revolución de los ordenadores personales y el florecimiento de Internet son analizados como el desarrollo cultural más característico del comienzo de siglo. Tan es así que La cultura humana termina así: "Nuestro propio desarrollo cultural e intelectual y el futuro de la cultura humana dependen de que la red funcione de un modo libre y eficiente".
Quizá el lector eche en falta una referencia más explicita a una de las acepciones tradicionales de la polisémica noción de cultura. Aquella que se refiere a la cultura como un modo específico de vida y una manera concreta de producir aquello que se entiende por cultura. Pero bien es verdad que eso sería ya otro libro.