Franco, el republicano. La vida secreta del hermano maldito del Caudillo
José María Zavala
19 junio, 2009 02:00Ramón Franco
Hombre valiente, magnífico piloto, jugador, mujeriego y bebedor, ególatra y rebelde, Ramón Franco fue un personaje tan pintoresco como representativo de la convulsa España de su tiempo. Murió en 1938 y durante 40 años su figura cayó en el olvido, hasta que la desaparición de su todopoderoso hermano hizo posible investigar su trayectoria. A los dos o tres libros que ya se le habían dedicado se suma ahora Franco el republicano, de José María Zavala (Madrid, 1962), que no ofrece demasiadas "revelaciones sorprendentes" de las que se anuncian en portada, pero sí un relato competente de las andanzas de Ramón. Reproduce documentos de interés, como las cartas cruzadas con su hermano Francisco, aunque no se explica su procedencia. ¿De verdad unas notas a pie de página habrían asustado a algún lector?La gloria le llegó al entonces comandante Ramón con el legendario vuelo trasatlántico del Plus Ultra, en 1926. Entre quienes le acompañaron en aquella aventura se hallaban el capitán Julio Ruiz de Alda, quien más tarde se incorporaría a Falange y sería asesinado en el asalto a la Cárcel Modelo al inicio de la guerra civil, y el mecánico Pablo Rada, uno de los promotores de la quema de conventos de mayo de 1931. Las dos Españas, vamos, pero lo notable es la facilidad con que el propio Ramón transitó sucesivamente de una a otra y regreso. Un acto de indisciplina condujo a que fuera dado de baja de la Aviación Militar en 1929 y tras ello se lanzó de lleno a la conspiración contra el dictador Primo de Rivera y contra la propia monarquía. Por supuesto fueron los militares descontentos con la dictadura que participaron en aquellas conspiraciones, pero muy pocos llegaron a los extremos de demagogia revolucionaria que manifestó Ramón Franco. Zavala reproduce un incendiario artículo en el que proponía linchar, quemar, dinamitar o despedazar a los enemigos de la revolución e incluso tomar represalias sobre las familias de los guardias que dispararan contra el pueblo. Una actitud que le hizo popular en ciertos sectores de la izquierda, así es que al proclamarse la República se convirtió en héroe revolucionario. Esquerra Republicana le ofreció un puesto en su candidatura por Barcelona, y en Sevilla se presentó en una candidatura que proponía una República andaluza.
Por su parte, el Gobierno Provisional de la República le nombró jefe de la Aviación militar, cargo que ostentó durante un par de meses, hasta que se le destituyó por su implicación en un proyecto insurreccional de extrema izquierda, el complot de Tablada. Como diputado demostró su incapacidad oratoria y muy pronto perdió toda popularidad. Su carrera en la izquierda había terminado, así es que la sustitución de Azaña por Lerroux fue una buena noticia para él. Descubrió que para la consolidación de la República hacía falta una etapa conservadora y se vio recompensado con el nombramiento de agregado aéreo en Washington. Allí le sorprendió la guerra civil y regresó para ponerse al servicio de su hermano, quien le nombro jefe de la aviación en Mallorca. Murió dos años después, al estrellarse su avión en el mar cuando se dirigía a bombardear Valencia. El minucioso análisis de Zavala sugiere que, en contra de las leyendas, fue un accidente.