Ensayo

Lewis Carroll en el país de los números

Robin Willson

6 noviembre, 2009 01:00

Trad. de G. Cantera. Turner. Madrid, 2009. 285 páginas, 22 euros.


Refiere una anécdota que a la Reina Victoria le había gustado tanto Alicia en el país de las maravillas que pidió nuevas obras a su autor; cuál no sería su sorpresa al recibir un tratado elemental de los determinantes. Pues algo así viene a pasar aquí: el autor de aquel cuento, Lewis Carroll, atraviesa el espejo, y va a parar a un país distinto, el de las matemáticas, encarnándose en su otro yo, Charles L. Dodgson. El primer nombre es el que utilizó para firmar sus poemas, parodias y relatos breves y así evitar la confusión con sus publicaciones académicas. Lo que no obsta para que a la vez el profesor Dodgson amenice sus clases con narraciones y rompecabezas, siendo quizás el primero en recurrir a anécdotas diversas para transmitir conceptos y conocimientos matemáticos.

Cuando tiempo después le ilusiona iniciar a los más jóvenes en el juego de la lógica simbólica -que algo debería a los manejos y florituras de que se vale en Alicia-, las opiniones se dividen; desde la alumna entusiasmada al descubrir la perspicacia y atención requeridas por un aprendizaje en el que algunas proposiciones le habían sonado a pasajes de un libro infantil hasta la que encontraba aburridas aquellas veladas en las que él se lo pasaba en grande. Eso debió de pensar un crítico puritano y sarcástico que saludó así la publicación de uno de sus textos: "El autor ha tratado de hacer más asequible el tema con ese humor retozón que en su día hizo de Alicia en el país de las maravillas un libro mágico. En este caso la lógica supera con creces al humor, por lo que [...] recomendamos este trabajo a aquellos lectores que padezcan de insomnio. Hacen falta más que profusas ilustraciones [...] para que los niños, sus supuestos destinatarios, disfruten de semejante mamotreto".

Wilson nos ofrece una peculiar biografía de Dodgson a lo largo de ocho capítulos, que llama "arrebatos", en los que pone ante nosotros cartas y diarios suyos, retratos hechos por él, muy aficionado a la fotografía, cuenta su vida estudiantil, su ingreso en Oxford, su actividad docente y salpica todo ello con una buena colección de pequeños ejercicios, paradojas, problemas, que le propusieron a él o que él propone, y que hacen entretenida la lectura. Relata sus salidas irónicas, como la publicación de un folleto en el que satiriza las reglas para la elección de escaños parlamentarios organizándolas como un tratado de geometría formal a partir de definiciones y postulados que parodian los de Euclides.

Libro éste lleno de sugerencias y en el que la biografía del hombre discurre casi imperceptiblemente por un cauce cubierto de exótica vegetación, la de los escritos, dichos, lecciones, y tejemanejes dialécticos que conforman la otra vida -ya que la suya más bien parece monótona y sin grandes aventuras- de nuestro Lewis Carroll / Charles Dodgson (o al revés).