La filosofía española / Herederos y pretendientes. Una lectura sociológica
Francisco Vázquez
19 febrero, 2010 01:00Félix Duque, Manuel Cruz, Javier Echeverría y José Luis Villacañas. Fotos: Bernabé Cordón/Quique García/J. García Koch/Vicent Bosch
Una primera y decisiva consecuencia de este cambio de enfoque es la crítica de los modelos explicativos habituales sobre la "transición filosófica", ya sea que cultiven la mitología de los creadores solitarios y una hermenéutica encerrada en los textos, o bien una sociología reduccionista. De su estudio, repleto de datos con un riguroso cotejo de fuentes, se desprende una visión más compleja de lo que fue aquel proceso en el que los herederos de la "filosofía oficial", ligada a la escolástica, se vieron confrontados con los pretendientes al poder llegados desde la esfera de una "filosofía alternativa". Ni es cierta la tesis revisionista de que el predominio académico de la filosofía oficial no frenó la creatividad filosófica, ni tampoco la tesis rupturista de que el ingreso del pensamiento filosófico español en la modernidad democrática fue obra exclusiva de los alternativos. Fue producto tanto de alteraciones en la red oficial como de reagrupaciones en la red alternativa. Quienes mejor manejaron su "capital intelectual" para ganar autonomía creativa mantuvieron un prestigio más extendido -dos trayectorias ampliamente analizadas en el libro son las de Savater y Trías-, mientras que la mayoría de los integrantes de los nuevos "nódulos" apostó de forma más directa por la consagración institucional. De la red oficial surgió el nódulo opusdeísta, la alternativa Rábade-Montero, pero también académicos heterodoxos como Gustavo Bueno o Manuel Garrido. En la red alternativa se desplegaron las diversas ramificaciones del nódulo de Aranguren, cruzado en algún caso significativo, como el de Javier Muguerza, con el de Manuel Sacristán. Entre 1980 y 1990, una filosofía mucho más plural accedería a las cátedras: Félix Duque, Martínez Marzoa, Jacobo Muñoz, Javier Echeverría, Quintanilla, Cruz, Jiménez, Villacañas y tantos otros.
Para reconstruir el proceso de esta transición filosófica, Vázquez analiza cómo se constituyó el cuerpo de filósofos profesionales en el medio educativo universitario, la gran incidencia que el campo religioso tuvo en él, el flujo de redes intelectuales generadas a partir de la relación maestro-discípulo, así como también otros rituales de interacción (congresos, oposiciones, etc.). Con una mirada limpia, ajena a todo ajuste de cuentas, nos ofrece un panorama de nuestra historia reciente bajo una nueva luz. La suya es, sin duda, una aportación de excepcional interés para el conocimiento de algunos de los principales avatares del pensamiento español contemporáneo.