Papá espía. Amor y traición en la España de los años 40
Jimmy Burns Marañón
19 febrero, 2010 01:00Jimmy Burns Marañón. Foto: Julio Palomar
Burns no se incorporó al mundo de los servicios secretos y las operaciones especiales, pero sus tareas incluían la búsqueda discreta de fuentes de información reservada. No se movía en situaciones en las que pudiera ser necesario reventar los ojos de un enemigo con los pulgares, sino en un entorno más parecido al de la película Casablanca, en el que los cócteles de Chicote, los bailes de Pasapoga y las tertulias de artistas y toreros proporcionaban el ambiente adecuado para hallar contactos valiosos. Su entusiasmo por España, su cultura y sus toros, culminó cuando encontró aquí el amor de su vida, en la persona de la joven y encantadora hija pequeña de Gregorio Marañón, Mabel.
Setenta años después, su vida y su época han sido evocadas por el hijo de ambos, Jimmy Burns Marañón (Madrid, 1953), en un libro bien documentado y ameno en el que la biografía de su padre sirve de marco para presentar un conjunto de viñetas históricas. Algunas de ellas resultan memorables. Por ejemplo, la brevísima carrera como agente secreto del pintoresco poeta surafricano afincado en Toledo Roy Campbell, furibundo partidario de Franco durante la guerra civil y entusiasta del vino español, que re- comendaba beber en botijo. O la trágica visita a España del actor Leslie Howard, el tierno y tímido Ashley de Lo que el viento se llevó, en la vida real un conquistador. O la huida de Gregorio Marañón y su familia del Madrid republicano en que se sentía amenazado en los terribles meses iniciales de la guerra civil, huida en la que les ayudó un capitán de las milicias anarquistas. O el caso de Rafael Nadal, que llegó a tener un programa radiofónico en español de mucho éxito en la BBC, pero que se vio forzado a dimitir cuando se encontró con que cualquier velada alusión al restablecimiento de la democracia en España podía ser censurada. Previamente, Tom Burns le había invitado a comer en un selecto club londinense para hacerle ver que el objetivo prioritario era evitar que el general Franco se echara en manos de los alemanes. Se despidieron muy educadamente, pero el español se dio cuenta de que había un abismo entre ellos.
Estamos pues ante un libro en el que la reconstrucción del ambiente prima sobre el análisis de la situación, un tipo de historia que la enorme riqueza de la documentación pública y privada conservada en Inglaterra facilita. Por otra parte, resulta también muy británica la falta de atención a la historiografía española, que Jimmy Burns Marañón desdeña de manera ostensible en su bibliografía.