Ensayo

Egos revueltos. Una memoria personal de la vida literaria

Juan Cruz

26 marzo, 2010 01:00

Premio Comillas. Tusquets, 2010. 479 pp, 24'90 euros.


En algún momento de estas memorias literarias, quien las firma se define como "editor (o periodista) que acompaña a autores". A autores, nos advierte, que padecen esa característica hipertrofia del ego que parece connatural al oficio literario. De ahí esos Egos revueltos con los que el autor se ha desayunado casi diariamente desde sus ya lejanos comienzos en el periodismo cultural. Claro que el hecho de que este acompañamiento se haya ejercido en calidad, primero, de firma destacada del periódico El País, y luego como cabeza visible de la editorial Alfaguara, hace que la presencia del autor junto a estos escritores no haya sido la de una simple sombra. De ahí que éstas sean, también, unas memorias literarias de cierto empaque, que se adornan de una bien llevada mundanidad y se erigen sin dificultad en crónica vivida de todo un periodo histórico, desde los últimos años del franquismo hasta hoy.

No hace gala el autor de una actitud especialmente revisionista hacia el pasado, y eso hace que su relato transmita con inusitada frescura, e incluso con cierta candidez, las actitudes y valores vigentes en los distintos periodos por los que transita. Lo que no impide al autor volver una mirada pretendidamente ecuánime hacia algunas de las muchas polémicas en las que se ha visto envuelto: el "caso Echevarría", por ejemplo, llamado así por el crítico que presuntamente se vio obligado a abandonar el suplemento literario de El País tras firmar una crítica hostil a un autor "de la casa"; o las que precedieron y siguieron a la concesión del Nobel a Cela, enton- ces enfrentado a muchos destacados novelistas jóvenes que parecían contar con el beneplácito del mencionado periódico; o las aparejadas a la ola de mercantilización que sufrió el mundo editorial en los 90... No es éste el lugar más apropiado para dirimir estos enrevesados asuntos. Si el logro de un autor está en el tono con el que transmite su verdad, el de Cruz en este libro resulta bastante convincente. Otra cosa es que queden interrogantes, y que el lector pueda preguntarse qué otras despiadadas luchas no habrá detrás de las que se cuentan en esta crónica amable.

A sus 60 años, Juan Cruz quiere presentarse como un superviviente de esas luchas. Haberlas referido con amenidad y elegancia es ya un logro. Y aportar un grano de arena a la historia de la sociabilidad literaria del siglo XX, otro. Bastan para justificar este libro que se lee en un suspiro, que emociona en ocasiones y permite al lector rememorar desde dentro mucho de lo que ha sido actualidad en los últimos 40 años