La Europa clandestina. Resistencia a las ocupaciones nazi y soviética (1938-1948)
José M. Faraldo
15 abril, 2011 02:00Resistentes franceses detienen a un soldado alemán
En nuestro país se tiene conocimiento de la resistencia a Hitler, particularmente en Francia y en menor medida en otros países occidentales; se sabe también algo de la lucha polaca, centrada en el episodio del gueto de Varsovia, pero se ignora casi todo de las rebeliones que se produjeron en otras naciones ante la barbarie nazi primero y luego frente a la más artera pero igualmente cruel ocupación soviética. Frente al desequilibrio que prima lo relativo al III Reich, el autor propone una apreciación más comprensiva que valore los conflictos en las llamadas "democracias populares" y halle elementos comunes a las resistencias contra las dictaduras de uno y otro signo.
Con ese objetivo, comienza Faraldo planteándose el concepto mismo de "resistencia" y su dimensión como fenómeno histórico, para pergeñar luego sus orígenes, bases y tipos. El grueso del libro lo constituye la descripción y análisis de las vicisitudes de los grupos resistentes en distintos países, desde la propia Alemania o las primeras víctimas del expansionismo germano -Austria, Checoslovaquia, Polonia- hasta el momento en que la "resistencia cambia de enemigo", ahora el totalitarismo soviético. Entre un trance y otro, la conversión de todo el mapa del viejo continente en un auténtico campo de batalla permite al autor seguir los movimientos de resistencia desde el norte escandinavo al sur balcánico y desde el oeste ibérico al este ucraniano. Los capítulos finales son una reflexión sobre los discursos de la resistencia, una especie de "antropología" de la misma (cómo se entraba, cómo se vivía y se moría), un acercamiento a la vida cotidiana del partisano y la pervivencia de esas luchas en la memoria hasta la formación de mitos imperecederos.
Pese al vigor de éstos aún en nuestros días, el balance real de los movimientos de resistencia se aproxima a lo desolador, no ya sólo por la inmensa pérdida de vidas y los sufrimientos atroces que vivieron millones de personas, sino por su magro resultado. Sería bonito decir lo contrario, pero lo cierto es que en todas partes la razón de la fuerza aniquiló a la fuerza de la razón. Aun así, concluye Faraldo, cuesta asegurar que la resistencia no sirvió para nada: el ejemplo y el sacrificio de tantos opositores contribuyó a la pérdida de legitimidad de las dictaduras y fue a la larga semilla de libertad.