Modesta España. Otra respuesta al declive
Enric Juliana
22 junio, 2012 02:00Novartis
Además de excelentes escritores, el periodismo español ha tenido desde el siglo XIX la virtud de producir finos analistas de la realidad política, cultural y social. Enric Juliana forma parte de ese exclusivo grupo. Periodistas que viven la historia desde primera fila y son capaces de bucear en busca de la explicación que arroja luz sobre sucesos y lances confusos o de interpretación compleja.Ajeno al reducido circuito de familias que cortan el bacalao en Cataluña, Juliana nace en la Badalona de 1957 y desde muy joven comienza a ganarse las pesetas en el periodismo. En 1991 entra en "La Vanguardia", y con habilidad y trabajo consigue que le despachen a Roma como corresponsal, un puesto por el que se dan de bofetadas en la redacción. La complejidad y sutileza italianas calan en su mente, y de vuelta a España los Godó le nombran director adjunto y delegado del periódico en Madrid. Instalado en la capital de España, el periodismo político de Juliana sorprende por su capacidad analítica, su riqueza argumental y su facilidad para hilar sus argumentos con acontecimientos de carácter histórico. En 2006 publica La España de los pingüinos,crónica de los líos derivados del zapaterismo. Tres años más tarde ve la luz La deriva de España, un primer mapa de situación de la crisis.
Modesta España, el mejor de los tres volúmenes, completa la trilogía que ofrece la visión de este periodista. Ya en la tercera edición, el ensayo atrapa al lector desde una cubierta en la que se contempla un mapa político de la Península fechado en 1852. En dicha representación cartográfica su autor, Francisco Torres Villegas, presenta a España dividida en tres grandes áreas. La extensión mayor corresponde a la "España uniforme o puramente constitucional, que comprende estas treinta y cuatro Provincias de las coronas de Castilla y León. Iguales en todos los ramos económicos, judiciales, militares y civiles". En el límite este se dibuja la "España incorporada o asimilada. Todavía diferentes en el modo de contribuir y en algunos puntos del derecho privado", una geografía que comprende Aragón, Cataluña y Baleares. Entre ambas, a modo de cuña, la "España foral" integrada por las provincias del País Vasco y Navarra que "se valen de las medidas que ellas mismas estiman convenientes".
Como Jed Martin, el protagonista de la última novela de Houellebecq, Juliana comienza por los mapas. Si el primero fotografía los mapas Michelin, el segundo los necesita para organizar cognitivamente el Estado español. Mapas, mapas, mapas es la reclamación constante de Juliana. Girar sobre la idea de mapa permite entender de forma inmediata y visual la articulación del Estado de las Autonomías surgido en el postfranquismo. En realidad ésta es la idea fuerza que cruza estas páginas de principio a fin. Una idea que en el estilo del autor se entrecruza con metáforas derivadas de su gran arsenal histórico y cultural.
Modesta España comienza interpretando dos figuras fascinantes. El caballero del Verde Gabán como representación de un erasmismo contrapuesto a la figura de don Quijote y "discreta metáfora de una España que pudo ser y no fue". Ahí se ancla la idea de una modestia que si antes de la crisis se hacía conveniente, ahora se convierte en necesidad nacional. La segunda figura que se quiere recuperar es la de Jaime Balmes (1810-1848), apologista del "sentido común" y filósofo que pese a su corta vida y a ser ninguneado por el progresismo tuvo la gran virtud de entender lo que podría ser el equilibrio político peninsular. Magnífico y modesto, un Balmes que ilustra muy bien la idea del seny catalán.
Tras reclamar la modestia como estilo de vida, el PP de Rajoy, Aznar y la crisis entran en el foco del texto. Se desliza el final del libro desde un escenario caracterizado por una España que ha recibido desde su entrada en la Unión Europea una cantidad de dinero equivalente a tres planes Marshall. Este dinero habría sido bien aprovechado, eso sí, por las empresas concesionarias de obras públicas y el lobby de los ingenieros de caminos. Al mismo tiempo gobiernos regionales, cajas de ahorros y endeudamiento privado completarían un cuadro desde el que entender la crisis actual. No podría concluir esta visión de España y sus problemas sin unas páginas dedicadas a una preocupación de Juliana expresada en sus colaboraciones periodísticas. Nos referimos a una red de ferrocarriles que en su diseño centralista olvida la importancia del corredor Mediterráneo. Modesta España es, en definitiva, un magnífico y revelador ‘estado de la cuestión' que con realismo avisa de la necesidad de un pacto que sin duda requerirá sacrificios, entendimiento entre las tres españas y ojo vigilante a males derivados de la globalización.