Ensayo

El fin del mundo ya tuvo lugar

Oscar Scopa

16 noviembre, 2012 01:00

Akal. Madrid, 2012. 192 páginas. 14 euros

Escritor argentino afincado en España y profesor universitario, Oscar Scopa propone en este volumen un análisis crítico a la crisis económica desde una visión con perspectiva histórica. En 2005 publicó Nostálgicos de aristocracia, una elegante y articulada reflexión sobre la moda. No en vano, los modos que rigen nuestro presentarnos en sociedad es, como dejó escrito Marcel Mauss, un fenómeno social total.

Con el recuerdo del buen sabor que dejó su obra de 2005, el lector se encuentra ahora con un Scopa que no deja títere con cabeza. En su posición late la idea de que estamos abocados a la destrucción de la burguesía como preveía Marx. La clase social capaz de acabar con el feudalismo, motor de la industria, del pensamiento y del arte estaría en vías de extinción a manos de una nueva y despiadada tecnocracia. La hipótesis de partida de Scopa dibuja un Club de Roma como la mejor representación de la burguesía ilustrada. Sus empresarios reflejaban la ideología de unos valores burgueses que construyeron el mundo democrático. Frente a esa concepción del universo se alzó la nueva generación de tecnócratas cuyos intereses estuvieron representados por Kissinger y sus equipos de jóvenes ambiciosos.

El inevitable enfrentamiento habría arrancado en 1972 con la publicación por parte del Club de Roma y el MIT del célebre informe contra el desarrollo insostenible. Un año después, Kissinger, Peterson y Nixon lanzan su proyecto globalizador. Para Scopa, 1973 fue "el fin definitivo del mundo moderno". La clase burguesa fue derrotada por una subclase tecnócrata que en busca de su espacio y de su dinero provocó el actual colapso. En los meses posteriores al crash del 2008 todo esto se evidenció con mayor nitidez.

Scopa trae a colación una conversación sostenida con Joseph Stiglitz en la que al mencionarle la caída de la burguesía, éste le contestó que el lugar de la burguesía sería ocupado por una tecnocracia. De este modo los tecnócratas se convierten en los capataces de los nuevos "remeros o esclavos de pirámide" de la sociedad del siglo XXI. La democracia es substituida por la tecnocracia.

El capitalismo entendido como representación de la modernidad racional queda invadido así por unos tecnócratas desclasados que, con el respaldo de la ciencia y de su propio posibilismo, gestionan una sociedad que por encima de todo quiere divertirse. Una obra de madurez en la que su autor se tira de cabeza a una piscina -la realidad de la crisis- en la que el agua ha sido substituida por pelotas de plástico que impiden tanto nadar como hundirse.