El relato de la Transición. La Transición como relato
Varios Autores
19 julio, 2013 02:00Cartel de Ceesepe para La ley del deseo
Como suele suceder en las obras colectivas de esta naturaleza, cada investigador se centra en una parcela (a veces muy concreta: estudio de un solo autor o incluso de una sola obra de ese autor), con lo que la dispersión se convierte en norma y se resiente la homogeneidad o coherencia del conjunto. Así, por referirnos a lo más obvio, aquí se echa en falta un estudio preliminar que contextualice y dote de un cierto sentido las aportaciones que siguen. O lo que vendría a ser equivalente, una recapitulación, aunque fuese somera, que dotara de significado concreto al sugestivo título de la construcción del relato de la transición y de esta como relato. En estas coordenadas tiene que ser el propio lector quien saque sus conclusiones a partir de las contribuciones parciales de los diversos especialistas que participan en el volumen. Unas contribuciones también bastante desiguales en sus propias bases, objetivos y presupuestos ideológicos pero que, aun así, rayan a una altura superior a la media en este tipo de obras, hasta el punto de que por algunos de sus capítulos merece la pena el libro entero.
Aunque en estas páginas se tratan aspectos muy diversos (Lourdes Ortiz disecciona las "imágenes de mujer" en la cultura de la época, Félix Alcántara habla del "resurgimiento" del cómic y Antonio Ansón se detiene en las listas de éxitos de la "canción popular"), la mayoría de los artículos toman como punto privilegiado de referencia a la literatura española del momento.
Pero el objeto de reflexión no es tanto la producción literaria en su conjunto, globalmente considerada, cuanto las diversas modalidades o registros de la expresión literaria. Encontramos de este modo estudios específicos que cubren un amplio espectro, desde la "consolidación" de la narrativa infantil (Ernesto Viamonte) a la "normalización" del relato erótico (Isabel Carabantes) pasando por la relativa "revalorización" del cuento (J. R. González). Dicho sea de paso, se deja notar la ausencia de una sección sobre la poesía, si nos mantenemos en el nivel estrictamente literario o, desde una óptica más amplia, una exploración del papel del cine, que tan importante fue en aquellas circunstancias.
Santos Sanz hace un análisis muy crítico de la literatura de la transición, caracterizada en su opinión, salvo honrosas excepciones, por una vergonzante huida de la cruda realidad en forma de "fantaseamientos, escapismos y discursos formalistas". Menos duro es Manuel Rico al abordar el mismo tema, pero el tono fustigador se impone como una constante según avanza la lectura, ya sea por la marginación de la mujer (Carmen Peña), por lo que refleja la crónica "amarga y escéptica" de Rafael Chirbes (Calvo Carilla) o por la recepción de Kafka en la novela española (Elisa Martínez). El franquismo fue kafkiano pero... no lo fue también en cierto modo la transición? No es que el libro apunte de modo explícito esa interpretación, pero es el poso que puede quedar de este examen hipercrítico. Máxime si consideramos que el capítulo de M. Á. Naval sobre Francisco Casavella condensa en nuestra opinión la valoración esencial del período de buena parte de los analistas. Parafraseando la famosa acuñación de Baudrillard sobre la guerra del Golfo, el dictamen del proceso es demoledor: "la Transición española no ha tenido lugar". Es decir, la transición… como ficción.