Pueblo y nación. Homenaje a José Álvarez Junco
Javier Moreno Luzón y fernando del rey (Eds.)
10 enero, 2014 01:00Manuel Castells. Foto: Esteban López Escolar
La trayectoria intelectual de José Álvarez Junco (Viella, 1942) presenta algunas peculiaridades notables en el contexto español. En primer término, decimos trayectoria "intelectual" y no "historiográfica" porque Álvarez Junco es uno de los investigadores españoles que más han recomendado (y, en su caso, más fructíferamente han aplicado) la interdisciplinariedad como requisito indefectible del científico social en nuestros días. Como historiador ha incorporado recursos y contribuciones de la ciencia política, la sociología o la antropología, entre otras ramas, para comprender y explicar en todas sus facetas la complejidad de los fenómenos sociales.En segundo lugar, Álvarez Junco es uno de los intelectuales españoles que más han clamado contra el ensimismamiento científico español y, predicando también con el ejemplo (ha sido profesor durante largos años en prestigiosos centros europeos y estadounidenses), ha insistido incansablemente en la necesidad de abrirse a otros ámbitos y otros idiomas para "contar algo" y "ser alguien" en los más importantes foros internacionales. Como él mismo reconoce, se trata de un esfuerzo ímprobo, en el que casi todo queda aún por hacer, como muestra la valoración de las Universidades españolas en el ranking mundial.
El tercer factor que merece destacarse en Álvarez Junco es su decidida voluntad de renovación historiográfica que tiene como punto de partida el rechazo a los tópicos y esquemas preestablecidos. De ahí su cuestionamiento de un marxismo anquilosado y su propuesta de superar categorías tradicionales de la historia del movimiento obrero ("revolución burguesa", "empirismo ingenuo") por planteamientos más abiertos y comprensivos. Por último, debe mencionarse que lo más importante de todo, su producción científica propiamente dicha, presenta también rasgos singulares en un medio, como el español, en el que ha sido frecuente que los profesores rentabilicen durante buena parte de su vida académica un determinado filón o agoten ad nauseam una temática muy concreta. Lejos de esa inercia, Álvarez Junco ha estado siempre alerta a nuevos caminos y desafíos, desde aquella lejana obra maestra, imprescindible para todos los que hemos abordado la cosmovisión ácrata, que fue La ideología política del anarquismo español (S. XXI, 1976).
En vez de seguir por cauces trillados, Álvarez Junco preparó durante diez años un exhaustivo análisis del populismo español tomando como referencia la controvertida figura del primer Lerroux. Como sucedió con el libro sobre el anarquismo, El Emperador del Paralelo. Lerroux y la demagogia populista (Alianza, 1990) se convirtió desde su aparición en una obra de referencia imprescindible sobre el tema. Fiel a su trayectoria inquieta, nuestro autor abordó en su tercera gran obra una temática distinta, el no menos peliagudo asunto del nacionalismo. Una vez más, se propuso abordar una cuestión medular, la formación del nacionalismo español. Mater dolorosa. La idea de España en el siglo XIX (Taurus, 2001) fue saludada con entusiasmo desde su aparición y se convirtió igualmente en un trabajo de cita obligada para todo estudio ulterior del fenómeno. La más reciente aportación de Álvarez Junco -en este caso en colaboración con otros tres historiadores- ha sido una brillante síntesis de las concepciones historiográficas hispanas que acaba de aparecer este mismo año como último volumen de la magna Historia de España de las editoriales Crítica y Marcial Pons con el título de Las historias de España. Visiones del pasado y construcción de la identidad.
Todo esto que acabo de sintetizar es de lo que trata este volumen en el que algunos colegas, discípulos y colaboradores del profesor Álvarez Junco le rinden tributo de amistad y admiración con motivo de su teórica jubilación. La obra, además de un cariñoso preámbulo y una semblanza personal a modo de colofón, está articulada en tres bloques que corresponden, como se ha dicho, a tres de las principales aportaciones del homenajeado: la renovación historiográfica, el populismo y el nacionalismo. Volumen interesante por los temas que se abordan y por la calidad de los participantes, resulta tener a la postre un tono excesivamente complaciente y laudatorio con un autor que, paradójicamente, siempre ha sido adalid de la crítica y el debate franco como armas indispensables de la investigación científica.