¿Por qué a veces pensamos que los amigos son de nuestra propiedad o tratamos de hacerlos a nuestra medida? Aunque puede que el asunto parezca complejo es abordado en este álbum con suma sencillez y, ante todo, sentido del humor al retratarlo mediante la historia de Alfredo y su alce. Esa mascota que llegó a la vida del niño y él, directamente, decidió que era suya. Le puso su etiqueta y le enseñó sus reglas. Todo era perfecto hasta que apareció en escena una señora desconocida reclamando, asimismo, la propiedad del animal en cuestión. Nos hallamos ante un gran libro, de texto escueto y poderosas ilustraciones en las que el artista irlandés -premiado en su país por este y otros títulos- nos hace reflexionar a grandes y pequeños sobre esa mala costumbre de ordenar el mundo exterior según nuestras normas, en vez de aprender a mirar al otro y valorar su libertad.