Blackie Books, 32 páginas, 14'90€ (A partir de los 6 años)
Heredero del famoso Wally, al que pasamos horas buscando durante los años 80 a través de ciudades, selvas y otros poblados escenarios, llega ahora hasta nuestras páginas este solícito cartero encarnado en la piel del perro Otto. Como buen servidor público, el protagonista debe hacer su ronda repartiendo paquetes en los más variopintos escenarios: desde el exótico invernadero en el que Alfredo el zorro espera el alimento de sus plantas carnívoras, a los infinitos puestos de comida del mercado donde apreciamos la minuciosa recreación de cada detalle -como esos langostinos que afloran desde el wok en el puesto de comida oriental, o personajes secundarios que, como el tucán, asoman a la ventana del edificio, y se convierten en espectadores de este espectáculo callejero al igual que nosotros.
El fascinante museo arqueológico repleto de fósiles y gigantescos esqueletos de dinosaurio, el laboratorio o la orquesta irán conquistando las inmensas páginas de este álbum en el que lúdicamente se desafía la habilidad del lector para que localice a los destinatarios de los paquetes y encuentre ciertos objetos camuflados estratégicamente. Dejar que nuestra mirada se pierda en cada rincón, detenerla en aquel personaje que ya nos resulta familiar, en ciertos guiños que podrían pasar desapercibidos a primera vista, jugar en definitiva, gracias a estas magníficas puestas en escena son sin duda las grandes bazas de este entretenidísimo libro de la diseñadora británica en el que se cumple aquello de que "una imagen vale más que mil palabras".