Un ambiente extraño
Patricia D. Cornwell
24 enero, 1999 01:00La doctora Scarpetta es el principal hallazgo novelístico de Cornwell: un personaje arisco y empecinado, íntegro hasta extremos de
autosacrificio y de una desasosegante melancolía
trastan con el tono melancólico y cadencioso de la narración, las cultas y sombrías reflexiones de la doctora Scarpetta, levemente didácticas, ya que son muchos los tec-
nicismos médicos forenses que utiliza y debe hacerlos verosímiles sin pedanterías, tratando de captar al lector ingenuo y conservar al lector "midcult" que admira la calidad del serial.
En cuanto al reiterado asesino múltiple, constatar su falta de consistencia y el imperio de la nefasta moda del "psychokiller" en su vertiente apocalíptica un tanto cogida por los pelos. Más que del clásico delirante paranoico justiciero, cuyo precedente más antiguo hay que buscarlo en el esquizofrénico Mr. Hyde inventado por Stevenson, se trata de un sádico desquiciado. De todas maneras, la moderna literatura etiquetable como "thriller-killer", basa sus espectativas aterrorizantes en la conversión de lo excepcional en horror cotidiano: enfermedades víricas, plagas de dimensiones bíblicas y asesinos nacidos para descuartizar de forma ritual, sin responder a una experiencia de la adversidad. De modo inverso a como Freud planteaba la aparición de "lo siniestro", como lo familiar vuelto extraño. La novela de Patricia D. Cornwell se inscribe en la ficción científica, más cercana a Pánico en las calles que a Estallido y, argumentalmente, sigue los patrones de la muy interesante Una investigación filosófica de Philip Kerr, que la precede temática y genéricamente. En ella también encontramos a una mujer policía y a un psicópata desquiciado, que se hace llamar "Wittgenstein", se infiltra sibilinamente en el sistema informático del gobierno y atrapa en un delirio a dúo a la policía hasta la resolución final del caso, cierre siempre decepcionante, mal resuelto en el caso de Un ambiente extraño, ya que en cuanto la previsibilidad aparece en el horizonte de expectativas, se disipa la intriga como pura entropía.