Novela

Eureka Street

Robert McLiam

14 noviembre, 1999 01:00

Traducción de Daniel Aguirre. Tusquets. 420 págs., 2.900 ptas.

Robert McLiam (Belfast, 1964), en contraste con las novelas épicas y rebosantes de "orgullo nacionalista" de otro irlandés, Leen Uris, nos entrega en Eureka Street una fina novela en la cual los hechos, al cambiar el color del filtro que alumbra el escenario donde acontecen, nos son mostrados en otra dimensión no menos humana, pero sí desacralizados y con el costillar de las ridículas pasiones al aire.

En la calle Eureka vive Chuckie Lurgan, gordo diseñado con los ingredientes del adorable Bastian Baltasar Bux, personaje de Michael Ende en La historia interminable, e Ignatius J. Reilly, el ya histórico gordo de La conjura de los necios, obra maestra de John Kennedy Toole.

Entre soledades, pasiones sectarias, caridades mal comprendidas y éxitos sorpresivos, debidos al desastre y la desorientación de la buena o mala fortuna en tiempos de caos, McLiam pinta el paisaje de una Belfast rota en la que todos beben, celebran nada y pasan de puntillas, anestesiados por un tan largo tiempo de violencia, sobre las manchas de sangre en las aceras. Todos son prototípicos antihéroes en este libro, cada cual busca su lugar en medio de la refriega, con la clara conciencia de que es una bronca de intereses más que una verdadera lucha por causas justas.

Esta novela resulta divertida. Nos enseña la otra cara de la misma moneda sin burlarse, la burla suele aparecer en el lector cuando descubre claves que ya le son conocidas por comunes en la actitud de tanto héroe de atrezo que deambula por ahí o se esconde tras bastidores acechando la hora de su patética salida a escena. Según referencias, McLiam levantó ronchas con Eureka- tanto en la estamental sociedad inglesa como en la caótica Irlanda, lo cual sólo quiere decir que de verdad tocó fibras sensibles con su estilo lleno de amor y de una maldad tan inocente como la del chico que, travieso, alza la falda a su hermana en plena vía pública.