Novela

Confidencia por confidencia

Paule Constant

28 noviembre, 1999 01:00

Traducción de María Teresa Gallego Urrutia. Tusquets. Barcelona 1999. 215 páginas, 2.000 pesetas

Constant es una novelista crítica y costumbrista, que no libra de su escalpelo el gélido engranaje de las editoriales donde los autores no son sino operarios de una factoría impersonal

Esta obra, de título amable y contenido amargo, tiene más de novela de costumbres que de novela feminista, pese a que éste sea el ámbito en el que se enmarca su acción, desarrollada en las postrimerías de un encuentro organizado por un típico departamento universitario del Midwest, donde todo marcha viento en popa en lo que se refiere a los estudios de Literatura y Civilización europeas porque, según su directora destaca, han recibido cuatro alumnos para el curso de Shakespeare, quince para "feminine studies" y veintidós interesados en vocabulario de cocina provenzal. Para todo ello, Paule Constant, ganadora en 1998 del premio Goncourt, ha podido hacer uso de sus experiencias personales, pues por lo que sabemos de su vida es especialista en literatura francesa del siglo XVII y trabajó todo un año en una Universidad de Kansas, de la que bien podría venir esta otra de Middleway. Y no faltan coartadas para atribuirle un "alter ego" entre los cuatro personajes principales de la narración, concretamente en la figura central de la escritora francesa Marthe Témor, sobre la que se ha desarrollado el simposio al que sigue una jornada de convivencia en la casa Gloria Patter, la directora del departamento y traductora de la última de sus novelas. Asimismo son tributarias de su fama las otras dos protagonistas, la actriz de origen noruego Lola Dohl, que ha leído fragmentos de Martha, y Babette Cohen, estudiosa de sus intertextualidades, toda una autoridad entre las críticas feministas.

La novelista que es personaje aquí, o la novelista que la crea, se confiesan abiertamente realistas, al identificar la escritura con "referir las incertidumbres, los desgarros, los gajes de la existencia, pero disimulándolos, casi siempre más líricos, más intensos o más rudimentarios" (página 52), y este programa es cabalmente cumplido en Confidencia por confidencia. Incluidos, por cierto, reiterados dejes irónicos de los que la novela se beneficia en cuanto recursos para instrumentar hábilmente el distanciamiento sutil de la escritora hacia el mundo que describe, que es cerrado, intelectualmente pobre y más artificioso de lo que sería de desear. Así, de Babette, una "pied noir" traumatizada por sus exilios acumulados de muchacha judía, expulsada de Argelia y nunca aceptada en Francia, se dice que " le agradaba vivir en Estados Unidos, al amparo de ese afán por lo políticamente correcto que denunciaban, entre burlas, los intelectuales europeos; pendiente de poner una demanda a la menor insinuación sexista" (pág. 207). Mas la actitud de Paule Constant parece más próxima al escepticismo intelectual europeo que a los hervores censoriales de la "political correctness" norteamericana. Por ello puede afirmar a propósito de Babette que sus clases consistían en explicar cuán desdichadas eran las mujeres porque su historia la habían escrito los hombres, y pontificar que el éxito de los "feminine studies" entre las universitarias norteamericanas no radicaba sino en lo siguiente: "Por muy libres y felices que sean las mujeres, hay cierto dolor en el hecho de ser mujer. Y aquellas muchachas venían a que les recordasen ese dolor, a conmemorar la esclavitud" (pág. 204).

De este modo, Confidencia por confidencia, donde los hombres que se relacionan más íntimamente con las cuatro protagonistas carecen de nombre propio, y se denominan por sus atributos -el Funcionario, el Fotógrafo, el Médico, el Aviador, el Soltero, el Francés, el Oráculo, el Oráculo Mayor-, nos ofrece el relato descarnado de las vidas rotas de estas mujeres cuyo comportamiento en común se compara con el de los pájaros: "Si ponemos a dos que sean inseparables en la misma jaula, no sucede nada. Si añadimos otra pareja, empieza a liarse la cosa. Si son seis, se sacan los ojos" (pág. 98). Para todas ellas, como también para Sartre, "l´´enfer sont les autres", preferentemente "las otras": las madres, las suegras y las hijas, las colegas, las esposas o las amantes de los hombres, y sobre todo las universitarias ambiciosas que, según Gloria, "no tienen nada; sólo son jóvenes y mujeres" (pág. 115). El personaje más patético de todas ellas, la actriz Lola Dohl, que ahoga su decrepitud en el alcohol, es la que más odia el círculo femenino en el que ha acabado integrada, "aquellos encuentros de mujeres, repletos de mujeres que sólo hablaban de mujeres, en los que ella leía, porque era mujer, textos de otras mujeres" (pág. 98). No me cabe duda, así, de que Paule Constant es una escritora comprometida con la verdad de contar las cosas tal y como las entiende y valora, al margen de cualquier edulcoración. Es una novelista crítica y costumbrista, que no libra de su escalpelo el gélido engranaje de las editoriales donde los autores no son sino operarios de una factoría impersonal dedicada a dotar al mercado de textos efímeros. Ojalá Confidencia por confidencia no sea uno de ellos: le sobran méritos para librar de la quema.