Novela

Un corazón bajo la sotana

Arthur Rimbaud

5 diciembre, 1999 01:00

Traducción de Mario Vargas Llosa. Renacimiento. Sevilla, 1999. 75 páginas, 1.000 pesetas

A diferencia de Borges, que es un patriota de la literatura, nacido en Buenos Aires y muerto en Suiza, o al revés, Arthur Rimbaud es un apátrida con pasaporte francés y visado abisinio, al que la madurez siempre le pareció un territorio indeseable. Vivió la be del bachillerato, del bar y de la biblioteca; conoció la ese del silencio y de la soledad; cruzó la ene de la nada y la noche; y acabó sus días acompañado por el brillo del agua entrevista en Marsella y por el olor del cloroformo bajo el que los cirujanos y las monjas lo vieron abandonar su último hospital.
Rimbaud es un mito: el de la adolescencia. Y su literatura, un reto: el de la eternidad. Henning Boëtius reconstruyó el recuerdo de sus últimos días con la misma imaginada precisión con que un filólogo como étiemble describió la historia y el color de cada una de sus vocales. Mario Vargas Llosa rescata ahora un texto que pertenece a la prehistoria literaria de ambos: a la de Rimbaud, que lo escribió cuando tenía quince años, y a la del propio Vargas Llosa, que lo tradujo hacia finales de 1959 en una habitación del Hotel Wetter de París. Como explica el editor Jaime Campodónico, no sólo "hubo que esperar 55 años" para que el texto de Rimbaud se publicara, sino 35 "para que encontrara su traductor al español", y 29 para que llegara a ser del dominio público. Las obras tienen su destino, y las traducciones que lo son, también: la de Rimbaud, hecha por Vargas Llosa que ahora, diez años después de su publicación en Lima, se reimprime, no sólo tiene el interés de recuperar un relato que atrajo la atención de los surrealistas y que fue recogido por Breton en su Antología del humor negro, sino que, además, proporciona pistas sobre el autor de La ciudad y los perros. Concebido y escrito como un pseudo diario, Un corazón bajo la sotana tiene su correlato en la vertiente anticlerical y satírica del primer Rimbaud: el de El castigo de Tartufo, En cuclillas o Las primeras comuniones; un Rimbaud irreverente y lúdico, lúcido y tierno, apóstol de los cambios de los que luego será apóstata; un Rimbaud capaz de convertir cada viñeta en una sangrienta hoja de puñal, que hace blanco sobre las convenciones de la sociedad y que le asesta críticas en el lomo de sus ideas más sagradas.

"Texto subversivo y anárquico, de construcción sabiamente engañosa, cuyos materiales están distribuidos en capas superpuestas según una estrategia revolucionaria", Un corazón bajo la sotana atenta "contra instituciones y costumbres" y aspira sólo a "la disolución". Su rebeldía -dice Vargas- "es salvajemente desinteresada", su "moral, primaria e imperfecta" y su importancia, "literaria e histórica". Definido como "texto sin ideología", este escrito narrativo parece, sin embargo, algo más que la simple pasión de un seminarista que empieza a sentir la sensualidad en el contacto de su cuerpo con "el grasiento pupitre" y que ofrece a sus superiores el espectáculo de "una separación de piernas cada día más notoria".

Próximo al melodrama y al folletín (sobre todo, en lo relativo a Timotina Labinette y a su padre, Cesarino), el relato incluye el episodio de "La Virgen del Tazón" y la humeante descripción de la cocina (pág. 35), el poema "La Brisa", con su inequívoco sistema referencial, y el inventario del salón con su sátira de la decoración pequeño-burguesa: "La tapicería era de flores pardas; sobre la chimenea, un enorme reloj de péndulo en madera negra, con columnas; dos floreros azules con rosas; en las paredes, un cuadro de la batalla de Inkermann; y un dibujo a lápiz, de un amigo de Cesarino, que representaba un molino con su piedra golpeando un arroyuelo parecido a un escupitajo, dibujo que intentan todos los que comienzan a pintar".

El lenguaje crudo y la palabra gruesa se aunan aquí en una divertida y grotesca sucesión de páginas que Vargas Llosa recrea en sus claves y transcribe en su prismática plasticidad. Aciertos en el léxico, como "payaso", y "cacaseno", o hallazgos en la sintaxis, como las soluciones dadas a la interpunción, figuran en el haber de esta versión que, más que descubrir otro Rimbaud, nos descubre otro Vargas: el que todavía no lo era, pero también el que estaba ya a punto de ser. Un corazón bajo la sotana puede ser leído como un palimpsesto: en él están Rimbaud y Vargas, separados y juntos a la vez; un Vargas muy joven y un Rimbaud casi niño escriben paralelos un relato sobre el carácter ingenuo de la perversidad. Una coma importuna, después de "altitudo", altera el sentido de la primera línea de la página veintitrés.