Novela

Para amantes y ladrones

Pedro Zarraluki

6 febrero, 2000 01:00

Anagrama. Barcelona, 2000. 220 páginas, 1.950 pesetas

La novela cuenta una historia sencilla en la que se encierra un significado complejo. Se basa en la reunión de algunos escritores con la intención de que inventen sendas narraciones para componer una obra sobre el malentendido

La última novela de Pedro Zarraluki (Barcelona, 1954), ganador del premio Herralde con La historia del silencio (1994), confirma la madurez de este escritor barcelonés con varios libros de cuentos y novelas en su amplia trayectoria narrativa. Para amantes y ladrones reúne la herencia de una doble tradición literaria en una composición novelesca bien trabada en su sencillez y con diversas lecturas en su significado. La primera de estas tradiciones procede de las antiguas colecciones de cuentos con marco, que se remontan casi a los orígenes de la literatura y que tienen en El decamerón de Boccaccio una de sus manifestaciones más relevantes. La otra, más moderna pero con una historia ya de siglos, aporta a la evolución de la anterior una fecunda transformación que consiste en la creación de una novela con los cuentos engarzados en ella. Sus manifestaciones más complejas pueden encontrarse en las narraciones misteriosas que forman El manuscrito encontrado en Zaragoza (1804), del polaco Jan Potocki, en La vida, manual de instrucciones, del francés Georges Perec, y en El jardín de los siete crepúsculos (1989), del catalán Miquel de Palol. Sin llegar a la envergadura de estas novelas construidas con cuentos, hay en la literatura española actual algunos escritores que mantienen en sus obras una tensión creadora entre la novela y el cuento en un discurso narrativo sostenido por la reflexión metaliteraria sobre la gestación del texto. Esta es la apuesta de autores, tan diferentes por otra parte, como Vila-Matas, Millás o Zarraluki, a los que se añade la reciente novela de Xosé Carlos Caneiro Un juego de apócrifos (1997), de próxima publicación en castellano. Y como tantas veces ocurre, el origen de tan fecundos planteamientos está en Cervantes.
Para amantes y ladrones, título tomado de la composición For lovers and thiefs del saxofonista norteamericano Ben Webster, cuenta una historia sencilla en la que se encierra un significado complejo. El argumento se basa en la reunión que durante un largo fin de semana de nuestro tiempo celebran algunos escritores convocados por su editor en la masía que tiene en la montaña ampurdanesa, donde éste se propone celebrar su 70 cumpleaños, bien provisto de comida y bebida, con la intención de que todos inventen sendas narraciones con las que componer una obra sobre el malentendido. Los allí reunidos quedan atrapados por una tormenta de primavera, con la ayuda de un muchacho adolescente que hará de cocinero y de observador de cuanto ahora sucede para después contarlo en la novela que acabamos de leer. Se funden, pues, varios planos en el texto resultante. Primero están las experiencias personales de los reunidos, con su común agostamiento existencial, amoroso y creativo. De tal manera que lo que en ellos se acaba prende en el joven narrador testigo de sus fracasos y protagonista de su propio aprendizaje de la vida. En segundo plano surgen las ficciones contadas por vía oral por los escritores allí presentes. Todas se exponen por medio de resúmenes narrativos. Algunas llegan hasta el final, si bien con incógnitas pendientes de solución; otras se quedan sin acabar, abiertas a diferentes posibilidades comentadas por los receptores inmediatos que las escuchan.

Todas ofrecen en la ficción epi sodios y conflictos que aquí se reproducen entre los convocados. Realidad y ficción se integran sin barreras. El azar, el paso del tiempo y la vida imponen su verdad por encima de cualquier impostura literaria. Al final queda el fracaso de unos y otros en el alcohol, en la relación amorosa efímera y en la soledad, en la escritura venal o en el agotamiento creador; pero también resplandece el triunfo de la literatura en la narración del adolescente que ha tenido en este primaveral fin de semana su concentrado proceso de aprendizaje, amoroso y literario, robando con pasión experiencias de otros y contándolas con amor en una acertada novela que armoniza en sus páginas vida y literatura descubriendo su propio taller narrativo en un texto polifónico de narradores y paranarradores que a su vez actúan como receptores críticos en una tensión entre escritura y lectura que es un regalo para el lector.