Las desconocidas
Patrick Modiano
2 mayo, 2001 02:00Este libro de Patrick Modiano resulta tan característico de su modo de hacer como menor es su tono de obra a medio camino entre colección de relatos y novela fragmentaria. Es un cierto tour de force minimalista y posmoderno
Esa retrospección, que envuelve de nostalgia el relato, es otro rasgo que las narradoras comparten con el escritor. Las tres participan de aquel lema de René Char que Modiano escogió para su novela de 1977 Livret de famille: "Vivre, c’est s’obstiner à achever un souvenir". Al recordar sus respectivos episodios adolescentes están cumpliendo ese designio, que hace de la vida una obstinación por culminar un recuerdo. Un recuerdo solo, pues las dimensiones de sus relatos dan para poco más. Cuando la protagonista de esta segunda historia de Las desconocidas recupera las pertenencias de su padre, un antiguo maquis definido como "calavera" al que no llegó a conocer, entre las cuales está una pistola que servirá para dar cierre al episodio, encuentra escasos libros, y con ellos una antología de poetas del XIX en el que hay dos versos subrayados: "Me acuerdo/de los viejos días...".
Los viejos días que Modiano, nacido en 1945, intenta recuperar a través de la visión y la voz de sus tres personajes femeninos coinciden con los de su propia adolescencia, los años de la guerra de Argelia y la melodía "White shade of pale", la época de un especial spleen en que el sinsentido de los existencialismos venía a justificar, desde la filosofía, la sensibilidad de las quinceañeras hurañas, desentendidas de sus padres, seducidas en la provincia por el gran mito de París, y al tiempo necesitadas de algún afecto, de alguna quimera y de algún amparo. En la última de las historias, ese bálsamo llega por la adhesión pasiva a una secta seudofilosófica por parte de la protagonista, que se percata de repente "para gran vergöenza mía [...] de que jamás me había preguntado sobre el sentido de la vida. Me conformaba con vivir al día persiguiendo a menudo el placer (pág. 107). La narradora de la primera historia confiesa muy pronto que su vida sería "una fuga sin fin", y su escapada de Lyon a París la introduce en un círculo en el que conocerá a un "desconocido que se ocultaba bajo la identidad de otro" (pág 27) y que acabará muerto o encarcelado haciendo de ella "una rubia no identificada".
Mención aparte merece la historia central. En este caso la narradora no da el salto de su provincia natal a París, aunque esté siempre en su mente. Es la más explícita en lo que se refiere al trauma de un padre prematuramente perdido cuya memoria intenta reconstruir y de una madre que la ofende con su olvido, y también lo es en cuanto al sexo como referencia o móvil de la acción, que concluirá trágicamente. La protagonista es aquí la más activa y madura de las tres, pese a ser la más joven.