La segunda oportunidad
DOUGLAS COUPLAND
12 septiembre, 2001 02:00Con el apelativo de "Generación X" se denomina a toda una generación que creció bajo la influencia de la música pop y se rigió por los valores éticos, estéticos y morales del posmodernismo. El término fue acuñado por Douglas Coupland, quien lo utilizó como título de su primera novela.
Ya entonces su interés narrativo parecía centrarse en reflejar comportamientos sociales más que personales; en desarrollar tramas narrativas que dejaran al descubiertos los vicios y miserias de las distintas "tribus urbanas" más que en el desarrollo de tipos, de héroes o antihéroes. Esa fue la tónica dominante de sus dos siguientes obras: Planeta Champú, en el que los personajes se identificaban según el corte de pelo que llevaban, y Microsiervos, donde el omnipresente Bill Gates domina la vida de sus "siervos", obsesionados por el trabajo y la productividad.La segunda oportunidad se estructura de igual modo. Encontramos en esta, sin embargo, un giro narrativo que no por conocido deja de resultar imaginativo y efectista: el despertar después de un largo sueño. Se trata de un recurso tradicional en las distintas literaturas nacionales y que en la norteamericana -aunque Coupland es canadiense- quedaría plasmada en el relato de Washington Irving Rip Van Winkle. Coupland "racionaliza" el acontecimiento (la protagonista no se queda dormida, sino que entra en estado de coma y despierta casi veinte años más tarde; el título original en inglés es Girlfriend in a Coma). Karen entra en estado comatoso después de hacer el amor por primera vez en un fría noche de diciembre de 1979 en Vancouver, y tras ingerir una buena dosis de estimulantes. Nueve meses más tarde nace Megan, y será Richard, el padre, quien se haga cargo de ella. En la fiesta de aquel sábado estaba todo el grupo de amigos salvo Jared, que había muerto de leucemia a comienzos de año, y es quien da pie para que Richard cuente la historia.
Argumentalmente existe una clara frontera entre el antes y el después de que Karen despierte. Sus antiguos amigos han alcanzado el éxito; sin embargo, poco o nada queda del mundo idílico que pensaban construir cuando eran unos adolescentes, y en el terreno personal sus vidas no son sino pequeños fracasos. Karen enfrentará a todo el grupo a la realidad en que han convertido sus vidas y la sociedad que han construido. El giro que toman los acontecimientos y el posterior desenlace resulta insulso e intranscendente para unos y tan sorprendente como ocurrente para otros.
En el haber de Douglas Coupland debe anotarse la caracterización cada vez más elaborada de sus personajes. El patetismo de Richard es mucho más sutil que el de Tyler en Planeta Champú o Daniel en Microsiervos. En esta novela Coupland no varía un ápice su concepción y preocupación narrativa, pero sí se muestra como un escritor cada vez más sólido en su percepción social. Un autor que sabe ver, que sabe aprovechar el mínimo resquicio que brinda una sociedad más preocupada por las formas, por las maneras, que por los valores auténticos.