Siempre es medianoche
HANIF KUREISHI.
3 octubre, 2001 02:00El estilo de Kureishi evidencia su experiencia como guionista (Mi hermosa lavandería, Sammy y Rosie se lo montan) y director de cine (Londres me mata). El predominio de la frase corta y el encadenamiento de secuencias que muestran a los personajes desde fuera, se conjuntan con eficacia, armando historias de notable complejidad donde se explora la peripecia de una generación. Si lo que caracteriza a la literatura moderna es la desaparición del narrador en beneficio de los hechos, Kureishi roza la maestría en relatos como Desconocidos cuando nos encontramos o Chica. Sin embargo, fracasa cuando irrumpe en la narración como una voz que medita sobre la conducta de sus personajes, incurriendo en tópicos disfrazados de confidencias. A pesar de este recurso, se impone una atmósfera que lo impregna todo, comunicando los relatos hasta componer una crónica del desengaño. La generación que adoró a Hendrix, cultivando la trasgresión y fantaseando con la muerte, sólo espera del mañana "algo que anhelar, aunque sea poca cosa". Esa hambre de experiencias al final se reveló como otro de los mitos inútiles del siglo XX.