Image: Empire Falls

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Novela

Empire Falls

Richard Russo

24 abril, 2002 02:00

Richard Russo. Foto: Mercedes Rodríguez

Premio Pulitzer. Traducción de Luis Murillo. Emecé. Barcelona, 2002. 496 páginas, 21’50 euros

La tradición de pequeña comunidad marcó el inicio de la narrativa norteamericana. Y así fue durante todo el XIX hasta que Henry James y los naturalistas de principios del XX alteraron los espacios narrativos trasladando a la ciudad la acción de sus novelas.

Sin embargo las pequeñas comunidades continuaron siendo objeto de estudio, desde Faulkner hasta Cheever, pasando por Steinbeck. Y ésa es la tradición que sigue el ganador del último Pulitzer, Richard Russo, de quien, creo, tan sólo conocíamos en España Alto riesgo, publicada hace más de diez años. Imagino que no tardarán en traducirse Mohawk; Nobody’s Full y Straight Man.

Empire Falls es el nombre de la pequeña ciudad donde acontece la narración. El pueblo tuvo una época dorada, pero nada queda de todo aquello. Las fábricas cerraron, la gente emigró y el futuro se antoja incluso más oscuro que el presente. El lugar de reunión es el Empire Grill, propiedad, como casi todo en el pueblo, de Francine Whiting. Se trata de una suerte de restaurante, regentado por Miles Roby, de 42 años, el protagonista de la novela. Miles estuvo a punto de escapar del pueblo, pero el último año de universidad regresó por la muerte de su madre. De eso hace veinte años; ahora está a punto de divorciarse de Janine, tiene una hija adolescente, Tick, y espera pacientemente que muera la señora Whiting para que el Empire Grill sea de su propiedad.

Este sería el hilo argumental, sencillo pero tremendamente enrevesado en cuanto nos vemos inmersos en el complicado universo de las relaciones personales. Porque si bien Miles es el protagonista -¿o acaso lo sea Empire Falls?-, nos encontramos ante una novela coral donde cada uno de los personajes tiene su propia historia. Todos tienen sus secretos. Desde luego que el del propio Miles, que constituye el epicentro de la obra, es el más doloroso; pero lo mismo ocurre con su padre; con la señora Whiting, dominante y orgullosa o con Walt Comeau, el amante y futuro esposo de Janine.

Richard Russo nos mueve en un doble plano, el psicológico y el social, el interno y el externo. En muchos casos, uno y otro se funden de tal forma que resulta difícil discernir el ámbito al que pertenece lo uno o lo otro; como cuando nos aproximamos a cada uno de los matrimonios que aparecen, todos ellos fracasados. La sospecha de la señora Whiting, quien piensa que la gente se casa con la persona inadecuada por motivos equivocados, resulta dolorosamente cierta. Como también es la de Max, que "Sabía, por ejemplo, qué venía después de la mala suerte: una suerte aún peor" (pág. 156). La metáfora de la novela la encontramos ya en el "Prólogo", donde aparece a C. B. Whiting, esposo de la señora Whiting, intentando cambiar el cauce del río Knox. Porque la fuerza de la dinámica social de Empire Falls, como la del río, difícilmente pueden alterarse o domesticarse.