Image: El ángel descuidado

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Novela

El ángel descuidado

Eduardo Mendicutti

3 octubre, 2002 02:00

Eduardo Mendicutti. Foto: Mercerdes Rodríguez

Tusquets. Barcelona, 2002. 234 páginas, 14 euros

La nueva novela de Mendicutti centra su atención en un "primer amor". El hecho de que éste sea de naturaleza homosexual y que uno de los protagonistas, 35 años después, se haya convertido en heterosexual y el otro se haya decantado por la homosexualidad militante, resulta accidental. Como lo es que la acción se desarrolle en un noviciado de los Hermanos de la Sagrada Familia.

Mendicutti sitúa los hechos en 1965. Y trata, con su estilo característico, forjado por un marcado sentido de la ironía y por un constante erotismo latente, en contadas ocasiones explícito, de hacer llegar al lector la naturaleza de aquellos primeros escarceos. El tema del relato será consecuencia de la primera frase con la que se abre la novela, que el hermano Estanislao le dijo a Rafael: "Dios también creó a los chicos guapos". ésta es, pues, la novela de un chico que se sabe guapo y la de uno de sus compañeros, más fuerte y masculino en sus reacciones, de familia más humilde y menos atractivo. La naturaleza, el destino y las circunstancias constituyen la esencia de una novela que pretende escandalizar, aunque no lo logre.

Mendicutti apenas si utiliza referencias históricas. Traza un mundo cerrado, un clima, el de los novicios y sus maestros, aunque a través de esta ventana podemos adivinar los rasgos represivos de la sociedad española, no tan lejana de la actual. Algunos detalles de aquella vida en comunidad pueden resultar chocantes. De hecho, el autor insiste en el desconocimiento de la imagen del propio cuerpo, dada la naturaleza de los espejos de la residencia. Mendicutti va trazando la evolución de la relación entre los adolescentes con escenas de interés doméstico. La voz que narra, sin embargo, es la del hombre maduro que descubre que a pocas manzanas de su casa vive su antiguo compañero, convertido ahora en un hombre de negocios de éxito y casado. Pero ambos renuncian a verse. Aquel primer amor, por el que ambos habían sido capaces de las mayores renuncias, se mantiene sólo como un recuerdo de un extraño paraíso perdido. Nada sabremos de lo que pudo significar para Nicolás Camacho. Las menciones a El Divino Impaciente o a Energía y pureza, dos obras indicativas de cualquier enseñanza en centros religiosos (aunque anteriores en el tiempo) constituyen mínimos hitos referenciales.

Mendicutti construye la novela de forma lineal en primera persona. Destaca en la definición de los personajes: "Yo era entonces muy alto para mi edad, muy rubio, muy flexible, con la piel muy blanca y el pelo muy liso y muy suave, con los ojos claros y una sonrisa constante, entre tímida y coqueta, que solía darme en caso de apuro muy buen resultado. Por lo demás, la mitad superior de Nicolás Camacho hacía juego con su mitad inferior: tenía el pecho ancho y recio, los brazos y los hombros algo apelmazados [...]". To- do, sin embargo, roza el tópico, incluido el tamaño desmesurado del pene de Nicolás, asombro no sólo de condiscípulos, sino de maestros. La sensualidad desbordada y la homosexualidad convierten la trama en monotemática. La belleza masculina despierta a su paso los instintos, pero se exalta, con cierto humor, la fragilidad de las pasiones que a los 16 años pueden parecer -y lo son en ocasiones- decisivas. Inferior a otras de sus novelas, se lee con agrado -quien lo desee, puede incluso escandalizarse-, por lo que tiene aseguradas las ventas: casi todos satisfechos.