Image: Las mujeres que hay en mí

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Novela

Las mujeres que hay en mí

María de la Pau Janer

21 noviembre, 2002 01:00

María de la Pau Janer. Foto: Ballesteros

Finalista del premio Planeta. Planeta, 2002. 304 páginas, 19 euros

Tras algunas de sus convocatorias más recientes ganadas por escritoras, la última edición del premio Planeta ha recuperado la estrategia de proponer como ganador y finalista a una pareja de autores de ambos sexos, uno ya consagrado en el mundo de las letras, menos conocido el otro y también más joven.

Así al afortunado ganador de este año, el hispanoperuano Alfredo Bryce Echenique, cuya reconocida importancia como novelista prestigia al mismo premio que asegura su tranquilidad económica, le acompaña como finalista la mallorquina María de la Pau Janer, autora de varias novelas escritas en catalán, algunas distinguidas con premios de relieve. Ahora su mayor difusión viene asegurada por la millonaria promoción del Planeta. Y su novela se adapta a las características de un premio destinado a muchos lectores, con una historia familiar y amorosa que se lee con facilidad e interés, pero también con algunas imperfecciones en la construcción narrativa y en el estilo que merman su calidad literaria.

En Las mujeres que hay en mí se recrea, parcialmente, la memoria familiar centrada en la vida amorosa de tres mujeres de tres generaciones sucesivas. Son la abuela, que falleció durante el parto a los veinte años, su hija, muerta con los mismos años en extrañas circunstancias, y la nieta, que desde una edad semejante a la de sus antecesoras antes de morir, recompone como narradora la vida amorosa de ambas y la repite en su propia experiencia, entre los fantasmas de su abuela y su madre, la nostalgia de su abuelo, la vigilancia de tres tías solteronas y la relación con el mismo hombre que amó a la abuela, la madre y la nieta. Las tres peripecias constituyen una peculiar novela del aprendizaje compuesta en tres partes, centradas en cada una de las tres amantes. Y su significado se completa con el alcance generacional que se manifiesta en la evolución de estas mujeres ante el amor y el sexo. Pues la actitud de Sofía se complace en la secreta exhibición de su desnudo ante la mirada deseante del joven jardinero; la pasión de Elisa por este hombre, que ha regresado de su viaje iniciático por la India, se consuma con la mayor libertad sobrevenida en los años 60, aludidos en la marca del "seiscientos" que los transporta desde la casona familiar en Palma hasta Formentor; y la relación amorosa se repite entre la joven Carlota y el maduro Ramón, también con matices diferentes, pues cada uno se busca a sí mismo en su pasado: Carlota se abre al conocimiento de su personalidad, marcada por la obsesión de sus "dos madres", a través del jardinero sesentón, que renueva sus amores de antaño.

Carlota es la narradora de toda la novela. Cuenta en primera persona la memoria familiar que ella va descubriendo en sus investigaciones derivadas del hallazgo de una carta de Ramón y en conversaciones con su abuelo, sus tías y el jardinero. Con frecuencia la narradora se esconde en la tercera persona, sobre todo en la segunda parte de la novela, para beneficiarse de una omnisciencia múltiple y selectiva focalizada en la visión de los principales testigos que le han suministrado informaciones e incluso en las imaginadas perspectivas de sus dos madres cuya presencia fantasmal se actualiza a través de sus retratos. Sin embargo, aun contando con estas licencias, la dispersión del punto de vista no está debidamente justificada, por más que se intente completar con el apoyo de unos chismorreos puestos en boca de dos empleados. A esta deficiencia constructiva se añaden otras de naturaleza estilística en la abundancia de lugares comunes y frases de relleno, asociaciones poco afortunadas como "espacio de tiempos" (págs. 14, 57, 271) e impropiedades semánticas en el uso erróneo, por ejemplo, de "dintel" (pág. 268) en lugar de "umbral". Pero también hay que mencionar, entre otras cualidades, la riqueza sensorial de muchas evocaciones cuidadas en su introspección psicológica y en sus matices estilísticos.