Image: Los caminos perdidos de África

Image: Los caminos perdidos de África

Novela

Los caminos perdidos de África

Javier Reverte

12 diciembre, 2002 01:00

Javier Reverte. Foto: Mercedes Rodríguez

Plaza & Janés, 2002. 432 páginas, 20’50 euros

Con el éxito obtenido por El sueño de áfrica (1996), Javier Reverte abrió en el mundo editorial español una nueva vena. Se desató una euforia que se concretó en nuevas colecciones dedicadas a la literatura de viajes.

Nuevos escritores se dieron a conocer, como era habitual hace más de un siglo en otros países, con una primera obra de este género. El mercado librero se vio invadido por un aluvión de libros, muchos de dudoso interés. Pero Reverte y áfrica han demostrado tener una sólida relación. Tras El sueño, Reverte dio satisfacción a su fetichismo literario recorriendo el río de Conrad y publicó Vagabundo en áfrica. Contó el autor en una entrevista que muchos lectores de su Vagabundo, buscando después su fuente en El corazón de las Tinieblas, no la pudieron degustar porque esperaban un libro de aventuras y se encontraron con lo más oscuro del corazón humano.

Para este nuevo libro, que viene a completar la trilogía africana, un Reverte más experto coge su mochila sabiendo que la improvisación va a torcer cualquier plan trazado. Su principal objetivo es "perderse en áfrica una vez más", recuperar ese inolvidable "aroma a piel humana y a basura, a yerba seca, a café recién hervido y a flores de madrugada, a cuadra y a ceniza, a vida sensual y a muerte que no cesa". Etiopía, Sudan y Egipto son los países de este recorrido de varios meses.

Tan compenetrado con este país hermoso y trágico, hace una exhibición de bondad, caridad y buen humor, de fortaleza psíquica. No magnifica el conocido calor asfixiante de áfrica, no se detiene morbosamente en la enfermedad y la muerte. Cuando se topa con la burocracia desesperante en la frontera con Sudán, no pierde los nervios.

Reverte abunda en la reconstrucción de la historia de Etiopía, Sudán y Egipto, y demuestra estar empapado de importantes lecturas. Hay que doblegarse ante su valentía, su pasión y su ingenuidad, o su ternura: ese joven a quien le compra unos libros, y cuya mirada sin duda ya compensa todas las incomodidades del viaje. Las colitis desencadenadas por el plato nacional etíope, la guerra que te impide el paso, las charlas kafkianas con la policía, todo forma parte de ese mundo desnudo que te enseña "que nuestro destino no es otro que recorrer esa senda dolorosa hacia la muerte armados de coraje".