El azul de la Virgen
Tracy Chevalier
5 febrero, 2004 01:00Tracy Chevalier. Foto: Jordi Adria
El pasado diciembre nos visitó Antonia Byatt, autora de la inolvidable Possesion, en la que el juego temporal de dos historias distanciadas siglos la una de la otra conformaba el desarrollo argumental. Una estructura similar es la que presenta Tracy Chevalier en la tercera de sus novelas publicadas aquí -después de La joven de la perla y ángeles fugaces- pero cronológicamente la primera.En el caso de Chevalier no se trata de investigar académicamente el pasado de una autora sino de recuperar el pasado familiar. La evocación resulta obvia, pero tanto el desarrollo como el diseño de personajes y articulación temática son en buena medida novedosos.
En este caso la protagonista "contemporánea" es Ella Turner -o Tournier, en un intento de recuperar su apellido original-, quien viaja a Francia con Rick, su marido arquitecto. La vida en las grandes urbes norteamericanas resultaba agobiante y su opción europea no es París sino un pequeño pueblo, Lisle-sur-Tarn, cerca de Toulouse. Ella se propone reiniciar una nueva vida como amantísima esposa, desterrando su natural inseguridad de dependencia respecto al marido, e incluso considera la posibilidad de tener descendencia. La realidad no es tan idílica como había imaginado, tanto en el terreno personal como social, -las connotaciones parecen apuntar a Henry James- y no tarda en sufrir un cierto desencanto. En este proceso un sueño en el que el color azul impregna la ensoñación se convierte en obsesión. De forma casual comienza a interesarse por su pasado familiar, para lo que contará con la "inestimable" ayuda del bibliotecario local. Así es como llegará a remontarse hasta el siglo XVI -cuando Francia se debatía entre católicos y hugonotes-, donde encontró a sus ancestros, el déspota Etienne Tournier, casado con Isabelle du Moulin. Es este matrimonio el que abre la obra y la alternancia entre la vida de Isabelle y Ella es constante.
La historia de Isabelle narrada en tercera persona -cuyo sustrato histórico resulta ser el antecedente de La joven de la perla- me resulta mucho más atractiva que la de Ella, quien es dueña de sus palabras. No se entienda tal apreciación como una sugerencia de "lectura independiente", pues el auténtico valor de la obra reside en la admirable simbiosis que Chevalier logra entre ambas. La riqueza textual de El azul de la Virgen propicia que a unos les interesen los aspectos relativos a la ficción histórica y a otros el desarrollo psicológico de las dos heroínas... Los lectores de Tracy Chevalier tal vez se decanten por La joven de la perla, pero como ocurriera con aquella también en esta resulta difícil abandonar la lectura.