Image: Mercedes Salisachs

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Novela

Mercedes Salisachs: "No tengo nada que perdonar a mis críticos; al silencio, sí"

17 junio, 2004 02:00

Mercedes Salisachs, por Gusi Bejer

Pregunta: Con casi noventa años acaba de obtener el premio Fernando Lara... ¿es la más joven de nuestros autores veteranos, o la más veterana de los jóvenes? Respuesta: Creo que soy la escritora en activo más veterana de las veteranas. P: Qué aporta El último laberinto a su carrera literaria? R: Salir de un pozo. P: De nuevo vuelve en esta novela a escribir sobre la necesidad de perdonar... ¿tiene mucho que perdonar a sus críticos? R: A mis críticos no: al silencio, sí. P: ¿Qué sería incapaz de perdonar a un editor? R: Yo perdono todo. P: Y a otro escritor, ¿qué le perdonaría siempre? R: Todo, menos que me aburriera leyéndolo. P: Su novela es una reflexión sobre las falsas apariencias... ¿Cómo se distingue la verdad entre todas las mentiras que rodean hoy el mundo literario español? R: Por las personas que dan incienso sin motivo. P: ¿Cuál (o quién) ha sido la mayor decepción como escritora de su vida? R: Yo misma. P: ¿Por qué todavía hay quien cree que es una rica catalana que escribe como capricho o diversión? R: Los sambenitos son implacables. Si los que creen eso leyeran mis obras, acaso cambiarían de opinión. P: Hablando de apariencias, ¿utiliza mucho el metro, como el protagonista de la novela? R: No suelo salir mucho de casa. P: En el libro hay un caso de pederastia, drogas... ¿no hubiera sido más fácil hablar de algo más amable? R: También sería más fácil no hablar de nada. Pero escribir es luchar. Y la lucha siempre es difícil. P: ¿Qué ha tenido que sacrificar para escribir más de treinta novelas? R: Silencios, miedos, esfuerzos, incomprensiones y muchas horas de trabajo. P: ¿A qué no hubiera renunciado jamás por su familia? R: A mi fe. P: ¿Por qué? R: Porque ella me salva de todo. P: En El último laberinto habla del sufrimiento de quienes viven “en las cavernas de la vida” ¿no se trata a menudo de un encierro voluntario? R: Casi siempre la imponen las fuerzas ajenas. P: ¿El dolor es un buen recurso literario? R: El dolor sirve para escribir. Lo que impide escribir son los problemas. P: ¿Y la literatura puede ayudar a superarlo, a combatir los remordimientos o la soledad? R: Sobre todo ayuda a reflexionar. P: ¿En qué libro, en qué autor se refugia usted en sus peores momentos? R: En José María Cabodevilla. P: Dice que no es más conocida porque no pertenece a camarillas... ¿es el precio de la libertad? R: Es el precio del desprecio. P: ¿Qué hubiera estado dispuesta a hacer para que todos sus libros se vendieran y leyeran como La gangrena? R: Lo que he hecho: trabajar mucho. P: En La palabra escrita (noviembre de 2003) asegura que los premios sirven a autores inéditos con talento... ¿qué le añade este premio a su carrera? R: Volver a mi casa literaria por la puerta grande. P: ¿Y usted al premio? R: Acaso que la gente reflexione y perdone a sus deudores. P: ¿Cómo se cura la adicción a los premios, si es que se cura? R: Yo no he sido una enferma de adicciones. He sido una adicta a la salud literaria. P: El premio supone, ante todo, su regreso a Planeta... ¿por qué dejó la editorial? R: Porque tuve mejores opciones. P: ¿El último laberinto es un reencuentro con ese millón de lectores de La gangrena..? R: Espero que al menos capte lectores que no estén muertos. P: Hablando de La gangrena, ¿qué cambiaría de la novela si la reescribiera ahora? R: Nada. P: ¿Cómo le fue en Plaza & Janés, qué fue lo mejor y lo peor? R: Lo mejor, el principio. Lo peor, los cambios. P: ¿Y en Ediciones B? R: Lo mismo. P: ¿Cómo recuerda su experiencia como “negra” literaria? R: Muy pesada. P: ¿Y como autora plagiada? R: Fue un plagio pequeño. P: Antes hablaba del aburrimiento como lectora. ¿Como escritora, también es el peor pecado? R: Al contrario. El aburrimiento es la gran herramienta para meditar. P: ¿Y la pedantería, son los escritores españoles muy pretenciosos? R: No lo sé. Yo no tengo motivos para ser presuntuosa. P: ¿Y los críticos? R: ¿Pero existen? Los que yo conozco leen al bies y se enteran del tema por la contraportada.