Un estilo de vida como cualquier otro
Darcy O’Brien
1 julio, 2004 02:00La novela se divide en 18 capítulos, cada uno de ellos con un título que nos sitúa en el momento de la acción. Así, por ejemplo, "Casa Fiesta" nos sitúa en los años felices de la novela, cuando el protagonista-narrador "Era el niño bonito del rancho, y le gustaba a todo el mundo"; en la casa había "sirvientes por todas partes, mi madre dando órdenes". La guerra marcó el punto de inflexión y los padres no supieron amoldarse a la nueva situación y sobre ella versan el resto de los capítulos. El divorcio y el alcohol, en el caso de la madre, son las salidas recurrentes, pero O’Brien no pretende recrear tanto lo que supone la expulsión del Olimpo como la singular relación que mantiene con los progenitores. El protagonista se niega a renunciar a la familia, aunque su madre tenga otro compañero. Al mismo tiempo el protagonista debe reafirmar su propia personalidad y también se recrea lo que era la vida en el glamouroso Hollywood de esa época. La relación del protagonista con sus padres es sublime, pero interesa destacar el ambiente de optimismo que, pese a la "tragedia", supura la novela. El capítulo 17, "Mulholland Drive", es un canto al optimismo: "Decidí que me estaba volviendo más independiente", reza la primera frase y más adelante sabemos que para el narrador está claro que "tenía un futuro." En este capítulo la compleja relación padre-hijo parece rememorar la de Hemingway con su padre. Una obra deliciosa, muy similar también a la de otro gran "desconocido" de la literatura norteamericana y que tarde o temprano ocupará, junto a O’Brien, el lugar que le corresponde, John Fante y su Pregúntale al polvo.