Novela

Un estilo de vida como cualquier otro

Darcy O’Brien

1 julio, 2004 02:00

Traducción de Jaime Zulaika. Turner. Madrid, 2004. 222 páginas, 19 euros

Seamus Heaney prologa la que fuera primera novela de Darcy O’Brien (1939-1998). El irlandés nos descubre en esas primeras páginas la esencia literaria de la obra: "Novela autobiográfica, memorias transmutadas en ficción...". Hijo de dos reputadas estrellas de Hollywood en los 40 y 50 venidas a menos, el autor estudió en Princeton terminando como profesor de literatura en la Universidad de Tulsa. Un estilo de vida como cualquier otro recrea los amargos años, justo al finalizar la guerra, en que la fortuna de sus padres cambió radicalmente. Probablemente tenga razón Heaney al escribir que en la novela se "ofrece un retrato realzado y necesariamente exagerado de lo que fueron su infancia y adolescencia". A fin de cuentas la ficción nunca es realidad, pero sin duda existe una "realidad detrás del libro".

La novela se divide en 18 capítulos, cada uno de ellos con un título que nos sitúa en el momento de la acción. Así, por ejemplo, "Casa Fiesta" nos sitúa en los años felices de la novela, cuando el protagonista-narrador "Era el niño bonito del rancho, y le gustaba a todo el mundo"; en la casa había "sirvientes por todas partes, mi madre dando órdenes". La guerra marcó el punto de inflexión y los padres no supieron amoldarse a la nueva situación y sobre ella versan el resto de los capítulos. El divorcio y el alcohol, en el caso de la madre, son las salidas recurrentes, pero O’Brien no pretende recrear tanto lo que supone la expulsión del Olimpo como la singular relación que mantiene con los progenitores. El protagonista se niega a renunciar a la familia, aunque su madre tenga otro compañero. Al mismo tiempo el protagonista debe reafirmar su propia personalidad y también se recrea lo que era la vida en el glamouroso Hollywood de esa época. La relación del protagonista con sus padres es sublime, pero interesa destacar el ambiente de optimismo que, pese a la "tragedia", supura la novela. El capítulo 17, "Mulholland Drive", es un canto al optimismo: "Decidí que me estaba volviendo más independiente", reza la primera frase y más adelante sabemos que para el narrador está claro que "tenía un futuro." En este capítulo la compleja relación padre-hijo parece rememorar la de Hemingway con su padre. Una obra deliciosa, muy similar también a la de otro gran "desconocido" de la literatura norteamericana y que tarde o temprano ocupará, junto a O’Brien, el lugar que le corresponde, John Fante y su Pregúntale al polvo.